Dream Theater: Simplemente Apoteósico

Ha sido sin lugar a dudas uno de los mejores conciertos realizados en Colombia. Para muchos el domingo 26 de febrero a las 7:15 minutos se les realizó el sueño de sus rockeras vidas. Simplemente un maravilloso show, solamente enrarecido por la organización de la entrada. Esto esta escrito para el que no pudo ir.

Obertura

Hace un mes y medio aproximadamente, apareció en la página de una empresa que se encarga de vender boletas de eventos, una cuña en la que promocionaban una banda de rock y en la que equiparaban el show con Metallica, Megadeth o Helloween. Ese mismo día las líneas de dicha empresa comenzaron a saturarse de llamadas. La cifra: 600 personas aproximadamente compraron su entrada el primer día.

El presagio era inminente, las entradas comenzaron a venderse muy rápidamente al punto que a 15 días del concierto ya no había venta oficial y aquellos que querían conseguir su entrada tuvieron que resignarse a la reventa con precios que alcanzaron los 220.000 pesos. Ahora bien, si esto no le dice nada a los empresarios y a los colombianos en general, sobre el potencial mercado que es el rock en Colombia, pues dediquémonos perfectamente a seguir apoyando Julios y Farinas.

Ese es el furor que despertó Dream Theater (¿acaso pudo ser alguien más?) en el show más esperado por los Rockeros y fanáticos de esta banda indudablemente virtuosa. Gente pasó la noche en la entrada el Palacio de los Deportes a la espera de la mejor ubicación, confiando de que su sacrificio sería respetado. Lamentablemente, y como siempre, la logística del evento no supo, ni ponerse de acuerdo, ni orientar a la gente. En consecuencia no infundió el respeto y admiración claves de la organización de un evento de estas características.

Para enumerar y no darle largas a lo que todos quieren leer realmente:

1. En la entrada solo abrieron una puerta mientras la otra fila esperaba como si no hubieran pagado lo mismo;
2. La gente se pasa por la galleta a los colados;
3. La logística en lugar de usar la pedagogía y el “protocolo” ejercían la coerción cual vil policías.
4. Una sola entrada para VIP donde la situación se salió de las manos, en gran medida por la forma folclórica y vandálica en que los colados entraban, y que causaron heridas a las personas que tenían la función de pedir las boletas. A muchos les quedó completa. Ni siquiera se las pidieron. De aquí en adelante perfecto.
(Que sirva de cuña para que los demás “empresarios” que hacen conciertos sigan el ejemplo de este porque, fuera de estas eventualidades enumeradas, el sonido, la programación y el trato fueron muy buenos)

ESCENA UNO

Telón negro de fondo, poco a poco las 3.600 personas llenaron el Palacio de los Deportes. Empujones, ahogos, desmallados, asfixiados, éxtasis total, calor que no solamente se aguanta, sino que de cierta forma se acepta. Todos mirando el telón, esperando ver un concierto, un show, un teatro. Sí, todos queríamos ver, literalmente, el teatro de los sueños.

Las canciones que tocaron en la primera parte fueron:

Clockwork orange movie theme.
The Root of all evil.
Panick Attack.
A fortune in Lies.
Under a glass moon.
Lie.
Peruvian Skies.
Strange Deja Vu.
Through my words.
Fatal Tragedy.
Solitary Shell
About to crash
Losing time.

Las palabras de James LaBrie “esta no será la ultima vez que estemos acá”, seguido de la respuesta del mejor público de América latina fueron el presagio de lo que a la postre sería uno de los mejores conciertos realizados en Colombia. Sin duda, ellos no se esperaban la respuesta tan absurda que el público les mostró. Todas las canciones fueron coreadas, nunca se dejó de aplaudir, nunca se dejó de saltar cuando se tenía que hacer, nunca se dejó de admirar.

Mike Portnoy
fue un show aparte vestido con la camisa de la selección Colombia, los juegos que hace con las baquetas y la forma en que se relaciona con el auditorio. Para los que no fueron, una cosa es verlo en DVD o VHS, otra es verlo allí a pocos metros escupiendo por todo el escenario.

Jordan Rudess,
simplemente lo que llamaríamos “un bacán”, desde el comienzo se gozó el concierto y en sus interpretaciones fue algo más que perfecto. Para destacar el solo que realizó con sonidos esquizoides y a la vez armoniosos, un momento de cuasi reflexión sobre su instrumento.

Después vino un descanso de 15 minutos. Tiempo suficiente para acabar con toda la gaseosa, agua, deditos de queso, papas y demás productos que dispusieron los organizadores.

ESCENA DOS

El segundo capítulo fue el siguiente:

As I am.
Endless Sacrifice
I walk beside you
Sacrificed sons
Octavarium.

Si alguien de todos estos monstruos tenía cara de asombro-susto era porque se llamaba John Myung. No dejo de mirar caras, manos, miraba a la distancia. Sus ojos rasgados demostraban el asombro que le invadía. Era este personaje la base de todo. El sonido de su bajo era perfecto y claro, todos lo sentíamos en el pecho y movíamos la cabeza a su ritmo.

Este segundo set en cuanto a sonido fue mejor, sin decir que antes algo estuviera mal. Simplemente se puede decir que el segundo capitulo de esta historia los ingenieros de sonido perfeccionaron todo. También hay que decir que solo en una parte se sintió la banda colgada con una canción, muy sutilmente, en la interpretación de Octavarium. Bueno pero, ¿a quién le importa? ¿Acaso alguien mas se dio cuenta?

ESCENA TRES

Un espectacular intro para Spirits Carries On que se oyó cantado por la gente hasta el infierno. Porque allí a dos horas 40 minutos de concierto Colombia todavía tenia energías de sobra para gritar. Momentos en los que James LaBrie no se oía pues el canto de Colombia era mucho mayor y los celulares encendidos adornaban un espectáculo que se podía ver entre el cliché y lo maravilloso.

El virtuoso mas coreado, el más admirado por guitarristas, el más apetecido por las damas, dejó también una huella simplemente marcada con contratiempos, solos y frases que emanaban de su guitarra. John Petrucci, se fue más que contento. Ovacionado cada vez que se lo merecía, majestuoso e impecable. “petrucci, petrucci, petrucci” gritaba el auditorio, el levantaba la mano y dejaba sonar las notas eternamente.

Finalmente, se cerró con la unión de Pull me under y Metropolis pt. 1. Mejor cierre no pudo haber sido. Al lado mío, varios asistentes lloraban como en una histeria colectiva, gritaban y saltaban cual vil pogo de Rock al Parque, pero con un respeto de admirar, acompasado por las notas, por el doble mazo y el bajo, por el brillo del teclado y la interpretación de la guitarra.

ESCENA FINAL

Casi no se van, se despidieron como quien no quiere irse. Aplaudieron al público y hasta hubo para que Portnoy no se aguantara, tomara el micrófono y gritara que este público, el colombiano, el de este 26 de febrero, el fiel, era simplemente asombroso, grandioso.

Salio la gente y para muchos fue como el final del álbum Scenes From A Memory:

Hypnotist:
"Open your eyes, Colombia'"

Colombia:
"AAAH!"


Reseña escrita por Fabián Cadena

Rockombia.org
agradece especialmente a Evenpro, Juan Arbelaez, Adrián Prada y Gabriel por la colaboración en el cubrimiento del evento.

Fotos en la galeria: http://www.rockombia.org/modulo.php?modulo=galeria

Más fotos en la web oficial del evento: http://www.dreamtheatercolombia.com