Reseña de Rammstein en Colombia

RAMMSTEIN
THE BRAND NEW BLOOD
Sopó, Centro de Eventos y Conciertos
Viernes 3 de diciembre del 2010

¿Y DÓNDE ESTÁN LOS BOMBEROS?

Los frecuentes calificativos de “incendiario” o “explosivo” que tanto solemos utilizar en este tipo de artículos nunca habían resultado tan literales para describir lo visto en esta noche. Finalmente los alemanes Rammstein cumplían una cita pactada años atrás con Colombia la cual en su momento debió postergarse como consecuencia al accidente sufrido por uno de sus integrantes. Reconocidos en el mundo entero por atesorar uno de los espectáculos más cautivantes al ojo del espectador, no faltaron en esta noche todos los artilugios, escenas, trucos y llamaradas necesarias para dejar perplejas a las diez mil almas congregadas.



No podemos pasar por alto la polémica suscitada en torno al lugar designado para llevar a cabo este concierto. Las quejas y molestias por buena parte de la audiencia concernientes al lodazal donde debieron permanecer, sumadas a la escasa visibilidad que presentó la localidad Flame (segunda en precio) han empañado la fiesta vivida. Es indiscutible que el terreno baldío donde aconteció el show está lejos de merecer las calidades con las cuales se ha bautizado por parte de los organizadores. Por encima de las protestas a la higiene y los malos olores manifiestos en medios de comunicación y redes sociales, encuentro que la principal falencia atañe a la logística dispuesta. La proximidad del ingreso al sitio con una carretera de alta afluencia, el reducido panorama para algunos espectadores debido a la ubicación de baños y un cartel en la torre de sonido, la fiera lucha entre policías y quienes pretendían traspasar las vallas divisorias junto a una angustiosa salida del lugar por entre alambres de púas, son considerables inconvenientes a mejorar.



He aquí las consecuencias de que llegando al término del 2010 y con una copada cartelera de eventos proyectada para 2011 la capital del país adolezca de un recinto para presentaciones de este calibre. Las promesas de la actual administración se las ha llevado el agua o mejor aun la corrupción imperante. Por ello, desde que abrimos puertas a las visitas de artistas foráneos los organizadores de espectáculos se las han tenido que ingeniar dentro de parqueaderos de centros comerciales, bodegas, parques de diversiones, cinemas en decadencia y minúsculos bares.

El promotor de este concierto se pronunció pidiendo excusas a los asistentes por las condiciones del lugar como resultado de las devastadoras lluvias que tienen a Colombia sumida en una situación de desastre y emergencia. A su vez, ha indicado que de cara a la venidera actuación de Iron Maiden estos aspectos serán subsanados con un piso de concreto y una carpa con capacidad para albergar a miles de personas. Esperemos que así sea y que los aspectos mencionados anteriormente sean superados completamente. No es la idea entrar a crucificar a las personas que finalmente se meten la mano al bolsillo para traer a músicos que hace solo 5 años jamás hubiéramos imaginado poder presenciar por aquí. Sin embargo no podemos pasar por alto el disgusto de todos aquellos que hacen un importante esfuerzo por degustar un espectáculo en condiciones. Una vez descritas las causales de desazón de algunos, pasemos a pormenorizar la sensacional función.



The Brand New Blood es una banda colombiana curtida en las lides de abrir shows para formaciones de renombre. Enfrentaron al inmenso público con canciones de su recomendable álbum “Circles Of The Evidence” publicado algunos meses atrás. El uso que hacen de sintetizadores en su potente metal no desentonó con la tónica industrial de la cita. Para el asistente que iba empujado por los manidos sencillos de Rammstein en el FM local la propuesta de los nacionales pudo haber resultado algo extrema e inusual, pero para los ávidos de nuevos matices en el metal la incorporación fue bien agradecida. Pese a contar con reducido espacio en el escenario por todo el montaje de los alemanes, los liderados por Diego Orozco supieron salir bien parados de tal responsabilidad. El sonido –talón de Aquiles de los teloneros- estuvo a su favor y el público respondió positivamente en la casi media hora de su actuación. Buen preámbulo.

El comienzo del show estaba pactado para las diez de la noche y hubo sorprendente puntualidad. De esta forma cuando una tenebrosa introducción dio la partida, la ansiedad y el entusiasmo colectivo se hicieron patentes con algarabía desbordante. El enorme telón negro que cubría todo el aparataje traído por el conjunto teutón se vino abajo para dejar al descubierto una bandera alemán de similares dimensiones. Con el patriotismo como asiento y un largo número de himnos sacude cabezas en los bolsillos ya no había chance de mirar hacia atrás. El más reciente disco del grupo, “Liebe Ist Für Alle Da” fue el primer argumento expuesto a máximo volumen. Tres canciones emergieron: “Rammlied”, “B********” y “Waidmanns Heil” enseñándonos la luminiscente boca del frontman Till Lindemann y al resto de sus compañeros estratégicamente colocados sobre un escenario de dos pisos, semejante a una fábrica apocalíptica, dotada de innumerables luces de todos los tipos y tamaños. No cabían dudas que teníamos ante nosotros todo un arsenal del entretenimiento.



Rammstein no es una agrupación que se vaya por las ramas, el show es aplastante y directo de cabo a rabo, carente de puntos bajos y sin lugar a la más mínima improvisación. “Keine Lust” y “Feuer Frei” pusieron a cantar a toda la concurrencia a la par que brillaban sus retinas con los primeros juegos pirotécnicos de alta elaboración. Lanzallamas en la boca de los músicos e infernales fogonazos que brotaban de todas partes del suelo a solo centímetros de sus humanidades dejaban sin aliento hasta al más confiado. Orgullosos de su última entrega de estudio prosiguieron con “Wiener Blut” y “Fhruling in Paris”.

Una enorme olla fue introducida a la tarima por Lindemann, quien ahora lucia un desaliñado gorro y encima un manchado delantal. Afilaba su cuchillo con ademanes de sádico mientras cantaba la letra de “Mein Teil”. En el interior del recipiente se encontraba el tecladista “Flake”, el cual pocos segundos después seria puesto a hervir a consecuencia de las gruesas llamaradas propinadas por el cantante. Todo ello como extraído de un cruel film de terror bajo una banda sonora más que pertinente. Si bien el encargado de las teclas logra escapar de ser sopa humana es perseguido a lo largo del escenario por pequeñas bombas que explotan en su traje plateado. Impactante.



“Flake” volvería a ser protagonista brindando la entrada con su instrumento a “Du Riechst So Gut”, pronto las guitarras de Richard Z. Krusp y Paul H. Landers detonarían ese ganchero riff que sacudió a la audiencia. Era una de las canciones más esperadas y prueba de ello los efusivos canticos de la gente. Puede que en su mayoría desconozcan lo que dicen las letras pero aquí lograron igualar la potencia de los alemanes.

Mientras en la parte superior de la tarima el baterista Christoph Schneider, el bajista Oliver Riedel y el fluorescente “Flake” machacaban sus instrumentos, en la parte baja el espíritu pirómano volvía a relucir en “Benzin”. Un osado y a la vez desquiciado Lindemann jugaba con un mechero junto a un dispensador de gasolina similar al que se haya en las estaciones de servicio, entretanto los dos guitarristas efectuaban movimientos parejos con el fin de animar a los presentes. La entretención del vocalista haría que una larga llama fuera escupida por la manguera de gasolina, unos segundos después un hombre ajeno a la banda interrumpe en escena y es sorprendido con una flama, se enciende por completo mientras corre despavorido. El personal de seguridad sale en su auxilio y lo apagan con extintores cuando este ya se ha desplomado. El número es fantástico y aunque no me lo crean vi a mí alrededor a más de una persona aterrorizada por dicho incidente.



El clímax de la velada llegaría con la marcial “Links 2-3-4” y el himno “Du Hast”. Público a los pies del sexteto y nueva oportunidad para constatar que esto es una absoluta experiencia audiovisual como ninguna otra. Más llamaradas saliendo por todos los ángulos, más poses para fotografiar, más explosiones y más relampagueantes juegos de luces salpicados de confeti desde aquella endemoniada siderúrgica. Para redondear los ilusionismos provistos de candela, el frontman ahora aparece armado con una ballesta desde la que lanza unos cohetes de colores que vuelan sobre las cabezas de los espectadores y van a chocar contra la torre de sonido, allí se encienden unas chispas y a continuación regresan los proyectiles impactando el escenario para provocar un lluvia de bengalas a lo ancho del mismo. Un lujo que bien envidiaría Gene Simmons y los suyos.

Recordemos que Rammstein le metió un gol a la industria discográfica o al menos a sus trilladas formulas de promoción cuando publicaron “Liebe ist für alle da” arropado con el censurado sencillo “Pussy”. Video con elementos pornográficos que causo gran revuelo en la red y que se posicionó rápidamente como uno de los más vistos sin pedir auxilio a las cadenas de televisión convencionales. Siendo parte clave del repertorio fue bien recibida y hasta bailada por los testigos, entretanto varios condones inflados flotaban de un lado para otro del campo. No podía quedar exento el elemento sexual y es por ello que el baterista Christoph Schneider se arma un numerito arriba del kit de percusión eyaculando chispas a diestra y siniestra con sus penes intercambiables.



Después de una sobria despedida en español por parte del vocalista, los integrantes de la escuadra teutona salen y regresan un par de minutos más tarde a sus posiciones. “Sonne” iluminaría el negro cielo sabanero con otro exceso pirotécnico. “Haifisch” exhibió al intrépido “Flake” navegando la marea humana a bordo de un bote inflable, pedía a la gente una dirección y estos lo desplazaban a su antojo felices. El factor riesgo siempre tiene que estar presente para el hombre de anteojos y es por ello que un par de tiburones de plástico merodeaban su embarcación. Le sucedió “Ich Will”, otra bien conocida carta ganadora.

Nuevos proyectiles iluminaban el firmamento transformándose en pelotas incandescentes que descendían lentamente a contados metros de los presentes. Un conjunto de fuertes explosiones en la parte delantera del escenario anunciaría el desenlace del valga la redundancia ardiente espectáculo. “Te Quiero Puta” sería un apropiado cierre a esta visita por tierras suramericanas. Con sus aires mexicanos y letra socarrona causó gran satisfacción, ahora si todos entendían lo que cantaban. Con todo ello estos desquiciados de la extinta Alemania Democrática cumplían con creces la prometida visita. Una actuación impresionante donde hasta el más desinformado sobre este tipo de música resulta completamente cautivado.



Los colombianos pagaron por ver el uso y abuso de parafina y butanol del que hacen gala los germanos y hasta en sus cuerpos sintieron el calor de las innumerables lenguas de fuego y estallidos ofrecidos. De eso no puede haber la más mínima queja. El concepto que maneja Rammstein está basado en abrazar las raíces del shock rock de Alice Cooper y la extravagancia de Kiss a su particular sonido gélido industrial. No estábamos ante una banda prodiga de virtuosismo, pero si ante unos personajes que divierten a partir de lo grotesco, lo siniestro y lo caricaturesco. Allí arriba todo se halla finamente calculado, un segundo de tardanza o un paso mal dado en uno de tantos trucos puede resultar fatal. Estoy seguro que miles de bandas (especialmente metaleras) anhelan tener un montaje de tales características. Rammstein claramente lo saben, por ello lo ostentan, lo explotan y triunfan a donde vayan. Experiencia inigualable.

Por Alejandro Bonilla Carvajal

Fotos de Rammstein en Colombia en: http://www.rockombia.org/galeria/rammstein-en-colombia-2010

Nota Relacionada: Flake teclista de Rammstein habla para Rockombia -> http://www.rockombia.org/notas/flake-de-rammstein-habla-para-rockombia