Reseña de Ratos de Porao

RATOS DE PORAO
INGRAND
RUDOLF BONES
SAWDUST
Bogotá, Teatro La Mama
Domingo 5 de julio del 2009

UN RATO CON RATOS

Existía una prolongada pausa desde nuestra última visita al modesto Teatro La Mama, un espacio con el sobrenombre de “CBGB´s criollo” por parte de algunos románticos del punk/hardcore. Nuestro retorno obedecía al anuncio en el cartel de los corrosivos cariocas Ratos de Porão; monumental acto del thrash despiadado y el crossover de viejo cuño que hace un año retumbó en el Parque Simón Bolívar dentro del festival Rock al Parque. La segunda visita ocurría en el día del Señor y horario vespertino, así los liderados por el colérico João Gordo actuarían ante un puñado de auténticos fanáticos en un espacio cerrado que presagiaba el caos total.

Tal vez por el día programado o por el desconocimiento de buena parte del público hacia el invaluable legado al metal y el hardcore dejado por el cuarteto de Sao Paulo, en los alrededores del recinto chapineruno la algarabía era exigua. Pasadas las cinco de la tarde ingresamos y acto seguido en nuestras narices se hallaban los bogotanos Ingrand despachando su metal para quebrar cuellos. Hace pocos días había tenido el gusto de verles atacar en el Festival de Rock al Parque y si bien esta tarde no contaban con los miles de gritos metaleros, los feroces pogos, las luces de colores y la gran tarima de entonces, no fue pretexto para brindar otra potente actuación. Ingrand es como apostar al mejor caballo: nunca decepcionan en esa permanente devoción por el sludge, la distorsión y los cabeceos incontrolables.

Pese a las reducidas dimensiones del auditorio, espacio era el que sobraba. Nos aprestábamos a ver a unos auténticos héroes del underground sonoro ante una asistencia que bordeaba el centenar de personas. Esta bajísima concurrencia me generó vergüenza. Ratos de Porão marcaron el camino para innumerables agrupaciones, por citar solo un par de ejemplos sus coterráneos Sepultura y Krisiun. Grabaron el primer disco de hardcore en Suramérica, el crudo “Crucificados Pelo Sistema” de 1984. Por casi treinta años esta banda se ha mantenido fiel a su despiadado estilo, editando producciones valiosas y desplegando en ellas o en sus presentaciones alrededor del mundo una música atemporal sin pelos en la lengua. Por lo anterior, sumado al bajo precio de la boleta me resultó amargo vislumbrar tan poco público para una ciudad que afirma adorar la música extrema como ninguna otra en el país.



El telón con el rostro de la perversa rata que acompaña al conjunto como mascota cayó de lo alto para júbilo de los presentes, la mayoría alrededor de los treinta años de edad. A continuación aparecieron Boka acomodando su kit de batería, Juninho en el bajo y Jão poniendo a punto su guitarra. A las seis y cuarto los venidos del país con más títulos en el fútbol estaban listos para asaltar. El ingreso a la tarima de la gigantesca humanidad del cantante João Gordo hizo que todos los puños se pusieran en alto y cada uno cuidara su espalda para lo que se venia. “Morrer” abrió fuegos con el conjunto iluminado únicamente por bombillos de uso domestico, de inmediato la respuesta a la demoledora música vino con piernas por encima de las cabezas de los parados en primera fila y pogo salvaje en el patio de butacas.

“Las ratas de alcantarilla” no son célebres por dar largas en su discurso, canciones corrosivas de dos o máximo tres minutos era lo que había en la carta y vaya que estábamos hambrientos de ello. João Gordo escupió su mala leche a través del micrófono; pese a su obesidad y la estrecha tarima se movía como un brontosaurio herido ante el delirio de thrashers y punks que vociferaban cada estrofa. El guitarrista Jão demostró cómo un alto porcentaje de lo que conocemos del conjunto se lo debemos a él, despachando riffs veloces y acentuando esos punteos en que su instrumento pareció que fuese a quemarse. El bajista Juninho golpeó su bajo mientras saltaba como un resorte y el baterista Boka dio la precisa percusión a este monstruo del crust-punk.

Temas fundamentales de su repertorio cayeron sin misericordia con un destacable sonido. Finalmente lo que le falta al Teatro La Mama en belleza interior le sobra en acústica gracias a sus paredes de ladrillo y techo en madera. “Amazonia Nunca Mais”, “Realidades Da Guerra”, “Agressao / Repressao”, “Death Of The King” e “Igreja Universal” fueron algunas de las canciones que recuerdo haber escuchado desde una de las pasarelas laterales. Por demás, Gordo con su negro sentido del humor no dudo en dedicar un minuto de silencio a la memoria del fallecido rey del pop Michael Jackson, acusándolo de pedófilo y efectuando un hilarante paso “Moonwalk” con sus más de cien kilos de peso.




Todo marchaba sobre ruedas, nos encontrábamos en el clímax de un show pasado de testosterona con himnos hardcorianos de la talla de “Crucificados Pelo Sistema” cuando los brasileños fueron avisados de que el show debía concluir abruptamente. Un enojado João Gordo enseño su reloj de pulso a uno de los productores del evento ubicado al lado del escenario buscando una explicación. Sin encontrar consideración a su reclamo el vocalista anunció que tendríamos el último tema “Beber Ate Morrer”. Tras el torbellino de esta bomba incendiaria Gordo se marchó de la escena y el resto de músicos comenzaron a desmontar su equipo ante la incredulidad de los presentes. Solo habían transcurrido 45 minutos desde el primer acorde y la fiesta llegaba a su sorpresivo final.




Lo que en un inicio eran coros demandando la vuelta del cuarteto a la acción se transformó en un ambiente enrarecido por insultos y conato de bronca. Boka, baterista de la banda tomó el micrófono para en su peculiar español indicar que “Ratos nunca ha fallado a nadie y el show termina porque el teatro tiene permiso hasta las siete de la noche”. Con el entorno cada vez más caldeado el productor presentó disculpas y manifestó algún inconveniente en las afueras del recinto con la policía. La realidad de lo acaecido nunca la conocimos, sin embargo es lamentable que un concierto con unos invitados de culto como estos sea amputado por factores externos al artista o a los contados asistentes. Al igual que aconteció el año pasado en el festival Rock al Parque nos quedamos con el tanque a medio llenar de Ratos de Porão. Ojala si existe una próxima, estas ratas rabiosas y sus fieles seguidores tengan una extraordinaria revancha ¡la tercera es la vencida!

Alejandro Bonilla Carvajal
Fotografías: Angélica Vargas