Reseña de The Gathering en Colombia

THE GATHERING
Bogotá, Teatro Eldorado ECCI
Martes 5 de julio del 2011

UNA NOCHE ESPECIAL

Pasado el concurrido y ampliamente publicitado festival distrital Rock al Parque fuimos testigos del arribo de la agrupación The Gathering a la capital colombiana, una cita exclusiva para conversos al inquietante y onírico estilo que han venido desarrollando los de los países bajos por un lapso que roza las dos décadas. Si bien el quinteto ha tomado ruta a Suramérica en cinco oportunidades, lo descrito a continuación fue el esperado debut, uno con características muy especiales, donde los inconvenientes iniciales pasaron al margen minutos después de iniciada la música siendo relegados a simples sucesos que amoldarían una actuación intima, personal y difícilmente posible de volver a contemplar.


Era la primera oportunidad que tenía de asistir a un espectáculo en el teatro Eldorado ECCI, un recinto muy bonito desde la fachada hasta el entablado donde el artista ejecuta su cometido. Grato advertir que en el centro de la ciudad exista un espacio tan encantador, cómodo y lo mejor de todo con las puertas abiertas a la música que nos convoca. Las calidades acústicas tuvieron nota alta y los asistentes no perdieron detalle en el devenir de los músicos ya fuese en las primeras filas o desde la segunda planta. Señalaba que hubo escollos para este show, el primero fue la escasísima audiencia que no hacía justicia con el talante del acto que se presentaba. El segundo fue la ausencia del baterista Hans Rutten que se quedó atascado por razones desconocidas junto al encargado del sonido de la banda en el Brasil.

Este contratiempo dilató la función y hay que darle un cumplido al poco pero paciente y educado público que aguardó en completo orden su acceso al recinto. Cuando el promotor anunció el vacío del eterno percusionista hubo baja de tensión y malestar en cierto sector de la audiencia. La presentación se pudo ver truncada por dicho inconveniente pero las ganas pudieron más y el organizador se jugó una buena carta, el reemplazante sería el baterista colombiano Sander Bermudez (Ethereal, Cuantica, High Rate Extinction). Los visitantes habían llegado el mismo día y el reemplazante en pocas horas se aprendió el repertorio, algo sumamente meritorio y que demuestra el temple de algunos de nuestros músicos.


Y así, en un teatro con pocos pero fieles asistentes (poco más de cien) los holandeses se dejaron ver con la premisa que todo profesional del espectáculo debe acuñar: el show debe continuar. Claro, los nervios se notaban y es que con una pieza puesta a último momento y los fans respirando a centímetros esto podía ser un salto en el vacío. “Herbal Movement” procedente del mágico álbum “if_then_else” fue el primer movimiento, uno lento a la par que envolvente. Los zapatos Anneke van Giersbergen no son fáciles de llenar y sabido es que más de uno tachó este concierto ante su partida, por ello el morbo de constatar las virtudes de la noruega Silje Wergeland existía. Candida, tímida pero con la misma dulzura impregnada en su primer registro para la agrupación “The West Pole”, ella fue tomando confianza.

“Saturnine”, otra pieza del disco que dio la bienvenida fue arrastrando al público que poco a poco también se desinhibía y manifestaba que jugaba para el mismo bando. Bermudez no parpadeaba y la bajista Marjolein Kooijman le supervisaba acuciosamente el ritmo. “Shot To Pieces” metió dinamismo con un esmerado Frank Boeijen en teclados dando profundidad y marcando esa impronta instrumental que ha hecho siempre tan particular a The Gathering. Sobrevinieron las primeras palabras por el micrófono con Wergeland aun dubitativa pero la sonrisa del mandamás del combo, el guitarrista René Rutten daban el visto bueno a la actuación.

El grupo se esforzaba por sonar compacto, esto era un reto y considero que las cosas empezaron a fluir realmente a partir de “Leaves”. Allí las virtudes del Rutten sobre su dorada guitarra fueron manjar para el oído, Wergeland explotó la magnifica garganta que posee y Kooijman empezó a ser cómplice de Bermudez que exhibía una concentración a toda prueba. “A Constant Run” movió a los asistentes y por inercia a la dama tras el micrófono que exhibía sensualidad mientras el resto de integrantes con sus rostros nos indicaban que esto iba en alza.


Pasamos a mi disco favorito de los europeos “How to Measure a Planet?”, con una sobrecogedora interpretación para “Great Ocean Road”, situación donde el teclista Frank Boeijen retoma el protagonismo. Marjolein tomó el micrófono y sus intervenciones aunque cortas echaron chispas sobre la audiencia, no dudó la sonriente bajista en exigir palmas para el compatriota detrás de los tambores, misión que con el transcurso de las canciones iba borrando esas cejas en alto vistas cuando se advirtió su presencia.

The Gathering es un nombre que ha sido capaz de dibujar su paisaje musical sin servirse de etiquetas. Recuerdo los años noventa donde sus producciones figuraban en el catalogo del sello Century Media junto a grupos más duros como Dark Tranquillity, Strapping Young Lad o Iced Earth sin posibilidad al desconcierto. Esa formula de apropiarse del doom, los sonidos fríos y la imprescindible atmosfera etérea les dio un respaldo dentro de la comunidad metalera sin precedentes. Esta noche, viendo como labran esos colores sobre el lienzo del entablado que los acogió uno asimila la valía emanada en la tierra de los tulipanes.

“Treasure” en formato acústico reivindicó la conexión audiencia-artista, sencillamente parecían estar tocándola en la sala de cualquiera de los presentes. Este viaje nos transportaba nuevamente al imprescindible disco “Mandylion” con las composiciones “In Motion #1” secundada por una esplendida “Eléanor” que de seguro satisfizo las expectativas de las almas congregadas. No salíamos del trance cuando el quinteto nos empujó a su obra más próxima denominada “The West Pole” con “No One Spoke”. Terreno que sustenta el carácter de Silje Wergeland y donde no quiero entrar en comparaciones con la ida Anneke, pero comprobó que seguir la línea con una nueva vocalista no se trató en ningún momento de un despropósito.


Manteniéndonos en el registro que introdujo a la rubia de amplia sonrisa siguió “All You Are” con esa fuerza que emanan las capas de guitarra, una base rítmica solvente y una línea vocal cautivante, capaz de ser coreada por buena parte de los testigos en la sala pese a tener menor existencia que las antecesoras. Los músicos buscan camerino más Marjolein Kooijman no escasea en elogios para su compañero de sesión Sander Bermudez, de hecho bromea con “aquí tenemos a nuestro nuevo baterista”. Aquello no fue una vana cortesía, los abrazos y fotografías que resultarían al final de la presentación confirmarían que meter al colombiano en la alineación tuvo mucho de acierto y porque no decirlo, de histórico.


El final como en un buen film nos dejo pasmados y mereció prolongados aplausos, “Travel” llevó toda esta travesía auditiva a buen puerto. Con los elementos sonoros interactuando y los músicos sin posibilidad de ocultar su complacencia por el deber cumplido. De esta manera una presentación que pudo malograrse se transformó en una noche especial para aquellos que no dudaron en acudir. Del frígido arranque se nos fue pronunciando un concierto con ribetes de afectuoso, exclusivo y obviamente extraordinario. Por eso los prejuicios son tan peligrosos, acá se desmoronaron con calidez y armonía. Pocas veces un “buenas noches” sabe a tanta gloria.

Alejandro Bonilla Carvajal