Reseña Joe Satriani en Bogotá 2014

El teatro Royal Center de Bogotá encendió sus luces la noche del martes 23 de septiembre y se vistió con su mejor gala para recibir al afamado guitarrista estadounidense Joe Satriani, quien es considerado por propios y extraños como uno de los mejores guitarristas del mundo.

Conocedor a la perfección de casi todas las técnicas que tiene la guitarra como el tapping a dos manos, sweep picking y volume swells; y precedido además de multiples nominaciones a los Grammy y ventas millonarias en todo el globo, llegó por segunda ocasión al país este bastión del ritmo que logra literalmente hacer cantar a su Ibanez como si esta tuviera vida propia.

Ya en el 2008 Satriani había visitado por primera vez el país, en un concierto que tuvo como epicentro el palacio de los deportes de la capital de la república y que acogió en sus graderías y cancha, al menos a unas 3 mil personas.

En esta ocasión la cita fue mucho más íntima; en un escenario que como el Royal Center, reúne todas las condiciones tanto acústicas como de acomodación y cercanía del público, para transformar el ambiente del concierto en un claro recital interpretativo de niveles estratosféricos.

Mientras las personas ingresaban al recinto y se acomodaban de a poco en el teatro, la agrupación bogotana de jazz, La Gran Big Band, daba una emotiva apertura al evento, interpretando sus canciones con un sonido que evocaba bucólicamente el New Orleans de los años sesenta. La banda liderada por el contrabajista y cantante Daniel Restrepo, demostró en media hora, que no es necesario seguir la misma línea musical del artista principal, para ser aceptado en medio de un público que de por sí es muy exigente.
Pasaban por algunos minutos las ocho de la noche cuando el escenario activó el ciento por ciento de su capacidad luminaria y aparecieron uno por uno los maestros encabezados por Joe, para dar una clase de música inolvidable a los pocos (700 u 800) pero afortunados alumnos que decidieron apostarle a este gran show.

La banda estuvo conformada por el genial baterista alemán Marco Minnemann, quien brindó además, un solo en las postrimerías del concierto que dejó boqui abierto al público; el bajista norteamericano Bryan Beller, famoso por sus participaciones con agrupaciones como Dream Theater; y cerrando la banda, el legendario guitarrista y compositor americano Mike Keneally.
El concierto se desenvolvió de manera fluida entre la lentitud melodiosa de canciones como “Flying In A Blue Dream” y la intensidad que acoplaba Satriani al interpretar sus conocidos tapping, que sin duda hacían que el público intensifique su cercanía con gritos y muestras de asombro.

De su más reciente trabajo de estudio Unstoppable Momentum (2013), Satriani interpreto ocho canciones, suficientes para darle un recorrido completo a la estructura sonora de esta producción que evidencia un sonido más rudo y contundente al que ya estamos acostumbrados.


Aunque la comunicación entre el artista y el público era lejana y relegada; con canciones como “Time Machine” y “Surfing With The Alien” volvió el acercamiento, que aunque no era de voz a voz, si se expresaba de la mejor manera que el guitarrista sabe hacerlo, interpretando magistralmente su instrumento. Antes de tocar la canción “The Crush Of Love”, Satriani habló a los espectadores para dedicársela; este momento subió el ánimo de un público que variaba entre la atención y la complacencia.

Los picos del concierto estuvieron a cargo de las afamadas “Always With Me, Always With You”, “Satch Boogie” y “Summer Song”; temas con los que los asistentes sí sintieron una compenetración profunda que volvía ceremoniosa aquella fría noche capitalina.

Mientras la guitarra hacía vibrar los corazones de los fanáticos, una enorme pantalla de vídeo que cubría la totalidad del fondo del teatro, proyectaba viajes cósmicos entrelazados con imágenes psicodélicas; todo esto amalgamaba el lazo íntimo entre el artista y sus “súbditos”.

También se acompañaron cada una de las canciones, con proyecciones progresistas que recorrían en medio de las notas de la guitarra, paisajes como el gran cañón de los Estados Unidos o las ciudades de San Francisco y Los Ángeles; también se sumergían en los adentros del océano para llevar de la mano al espectador a un viaje submarino ambientado con la melodiosidad de la banda.

Sin duda alguna existe un vínculo extraño entre la música de Joe Satriani y los videos que proyecta en sus conciertos; me atrevería a decir que no se sentiría lo mismo con un escenario a penas iluminado con las tradicionales luces. Este no es el caso de Satriani, ya que su producción se esmera en realizar un minucioso punto de unión entre la música y lo visual; todo esto tiene su explicación, debido a que es sumamente complicado para un público, incluso si este es de “oído” refinado, mantener la misma expectativa y euforia durante un recital instrumental de casi dos horas de duración.

Satriani se mostró con su ya tradicional “pinta” de lentes oscuros, cabeza rapada y camiseta negra; al parecer este monstruo del ritmo, prefiere deslumbrar (y lo hace) con su guitarra y restarle protagonismo a lo demás. Con un maestro como él, es común ver a cada asistente en medio de un viaje distinto, es decir, la particularidad de la música que interpreta, hace que cada canción, sea a su vez diferente para cada uno, y esto solo se logra cuando el nivel interpretativo raya la perfección.


Aunque la asistencia a este concierto fue muy reducida si la comparamos con el de 2008, se trató de una experiencia diferente y me atrevería a decir que mejor que la del pasado, ya que se evocó, en un escenario pequeño y por tanto más íntimo, todo el recorrido musical de este máximo exponente de la guitarra en el mundo.

La organización de evento estuvo a cargo de OCESA COLOMBIA, empresa nacional que ha demostrado una gran experiencia en la realización de conciertos, dedicando esfuerzos para que asistentes y prensa pasen un rato ameno en medio de una producción de alta calidad en sonido, montaje y acceso al teatro.

Marcaban más de las 10:30 p.m. cuando Joe Satriani y su banda se despidieron por segunda vez de la capital, en medio de un ensordecedor aplauso de agradecimiento; no sin antes prometer que no pasaría mucho tiempo para regresar a esta ciudad, que cada vez más, está siendo incluida en las giras de los grandes artistas del rock en el mundo.