Reseña Rock al Parque 2009

ROCK AL PARQUE 2009
Bogotá, Parque Metropolitano Simón Bolívar
Sábado 27, domingo 28 y lunes 29 de junio del 2009
¡AL ROCK, MÁXIMO RESPETO!

Quince años tal vez no sea suficiente para llamar a algo tradicional. Tradicional debe ser algo como el panzón de traje rojo que anualmente aparece por diciembre con barbas falsas, batiendo una campanita y riendo con un forzado jo, jo, jo. O como el grupo de mujeres que desde antes de mitad del siglo anterior pasean costosos trajes brillantes en representación de departamentos, la mayor parte bastante pobres, mientras brindan sonrisas calculadas a las gentecillas “bien” que colman un centro de convenciones cartagenero. Tradicional es la costumbre de amigos y familia de recordarle anualmente a uno, con un bizcocho coronado de velitas mientras cantan una cancioncilla en spanglish, lo corta que es la vida. Pero la postal de un amplio ejército de melenudos con vestimentas enlutadas, que cada año hace fila en los alrededores del parque más grande de la capital, con el propósito de asistir a un espectáculo de música estridente, ya se va volviendo costumbre y ahora no asusta ni a un pastor evangélico. Y es precisamente esta última “tradición anual” la que más me gusta –tal vez la única que me gusta–.



El equipo de Rockombia en sus diez años de creación una vez más se hizo presente durante el puente festivo en Rock al Parque, una auténtica maratón musical capaz de congregar a miles de personas. Nuestro portal realizó un cubrimiento especial del festival que expone a la ciudad un género al cual algunos medios de comunicación aún persisten en esquivar mientras artificiosamente se ocupan de impulsar otra clase de certámenes de dudosa valía cultural y social. En el presente año, Rock al Parque llegó a su edición número 15 con altas expectativas por parte de los organizadores y de los asistentes. Si bien se sumó una tarima a la oferta musical y se realizaron una serie de muestras fotográficas y pedagógicas como antesala, el cartel de artistas invitados no superó en calidad al del año anterior, por el contrario, reafirmó que las propuestas alejadas del género que da nombre a esta fiesta cada vez ocupan mayor espacio.

El público –para disgusto de cierto sector de la sociedad con ansias de equiparar esto a la indómita atmósfera del fútbol– se comportó a la altura, enseñando civismo y respeto por los demás. Bueno, exceptuando como siempre uno que otro cavernícola que confundió este espacio con un cuadrilátero. Definitivamente a estos desubicados hay que erradicarlos de los conciertos de una buena vez. No es justo que el esfuerzo de muchas personas se empañe por individuos con afán de desfogar sus problemas personales y falta de afecto contra otras personas. Por su parte, las bandas nacionales tuvieron una vez más la oportunidad de darse ese “chapuzón” de gloria ante incontables miradas que desafortunadamente no se compararan en número con la cantidad que les acompañan cuando retornan a la actividad en bares y pequeños locales. Los artistas internacionales –muchos rostros ya conocidos¬– lucieron dichosos de involucrarse en el “Festival gratuito más grande de Latinoamérica”. Claro, si retiramos el adjetivo referente a la nula necesidad de cancelar una boleta ya no sería ni de lejos el más grande.



El don de la omnipresencia se lo dejo a nuestro recalcitrante Presidente de la República. Para este humilde mortal las jornadas transcurrieron yendo de un escenario a otro tratando de no perder detalle, apreciando a las bandas que más me llamaban la atención, aunque en algunos casos eso no fue fácil. Esto último, como consecuencia de la gran cantidad de personas que se ubican en la mal llamada “área de prensa” y que poco o nada tienen que hacer allí. Como asistente habitual desde las primeras ediciones del festival y en las últimas como acreditado de un medio, sugiero que se elimine esta incomoda e irritante zona junto a la excluyente vip. Es inaceptable que haya quienes obtienen un pase por cualquier medio, que les permite arribar caída la tarde, colársele olímpicamente a setenta mil personas y ubicarse cómodamente a disfrutar del espectáculo mientras otros estuvieron desde las ocho de la mañana haciendo fila en el Simón Bolívar para tener una buena vista. Si hice una reseña del show de Iron Maiden junto a los baños de la entrada del parque en 2008, no veo inconveniente alguno dado el caso, de hacerlo una vez más sobre Rock al Parque. A un lado la discriminación y el trato preferente, como vamos llegando nos vamos acomodando.



A continuación anécdotas y comentarios sobre el quinceañero y por ende caprichoso evento que congrega por tres días a rockeros frente a los no tan rockeros de Bogotá y el resto del país, todo ello con el beneplácito del controvertido Gobierno distrital. No sobra aclarar que las opiniones vertidas en las siguientes líneas no necesariamente representan el pensamiento de Rockombia y hacen solamente parte del humilde juicio del autor.

SÁBADO 27

Tarde sabatina calurosa que contrastó con las ediciones anteriores pasadas por agua. Las largas filas para el “día metalero” no se hicieron esperar. El cuerpo uniformado de la Policía Nacional siempre tan diligente, no dudó en obligar a los ilustres visitantes a despojarse de los zapatos. Como si de una “metalizada” visita a la cárcel Modelo se tratara, uno a uno los asistentes pasaron descalzos los férreos controles de la autoridad. ¿Se hace necesario el maltrato en la entrada con humillaciones de este talante y agresivas requisas cuando es bien sabido que adentro aguarda una mafia de vendedores de aguardiente y alucinógenos? Cabe anotar que la medida “preventiva” de andar con los tenis y las medias en las manos extrañamente solo se ejecutó el día sábado.




A mi llegada al Simón Bolívar me encontré con la agradable imagen de la marea negra que ya copaba más del 50% de la Plaza de Eventos y no solo eso sino que ya muchos “cabeceaban” disfrutando con las bandas en tarima. INTROSPECCIÓN se batía con gracia desparramando su power metal con garras. Bastante merecido lo tenían después de haber estado en esa misma tarima un año antes por fugaces 10 minutos teloneando a la doncella de hierro. Al revisar el cuadernillo con el horario del día, me percaté con asombró que en ese mismo momento en el escenario Lago los caleños LEGEND MAKER hacían lo propio. Dos agrupaciones con reconocimiento en la misma tendencia musical enfrentándose me parece un despropósito, evidentemente el encargado de programar las presentaciones no debe ser muy amigo del heavy metal a la europea.

Las fallas parecían no solo artísticas sino de horario. Los shows se estaban realizando hasta con media hora de antelación a lo programado. Los paisas GAIAS PENDULUM poseen una gran propuesta musical la cual corroboran en directo. No obstante algún sector del público se enfrió mientras presentaban su sombría música inversamente proporcional al sol sabanero que tostaba nuestra piel. Momento para trasladarse al Lago y apreciar a los señores de DESCOMUNAL que, haciendo gala de su nombre, se fajaron una actuación soberbia. Riffs para ejercitar la nuca con una base rítmica sólida como la piedra. Los torbellinos humanos se alzaban en ambos costados de esta zona del parque llevándose todo lo que encontraban a su paso. Mientras los vergonzosos mandatarios del Ecuador y Colombia se enfrascan en sus absurdas disputas diplomáticas, DESCOMUNAL llevó un mensaje de hermandad entre los dos pueblos y de paso nos invitó al equivalente de este evento en su país: el Quito Fest.

Unos buenos años habían trascurrido desde la ultima vez que vi a KILCROPS en vivo. Los capitalinos conocen el oficio y pese a no mostrar mayores sorpresas en su estilo demostraron sus capacidades musicales y la experiencia que tienen encima. El conjunto no gozó del mejor sonido, sin embargo sus recordados temas fueron respaldados por miles de pulmones. Posiblemente en una muestra de lealtad o de realzar los valores patrios, su puesta en escena estuvo acompañada por dos bellas chicas con sendas banderas del país y de la capital. Posteriormente decidí ir a explorar el terreno y tras ver a algunos muchachos lanzarse dichosos desde un trampolín y clavarse en un enorme inflable como parte de una campaña para el uso del condón, llegue al novedoso escenario Ciudad Rock.



Hay que darle crédito al tercer escenario por su magia. Con el sol llenando todo de colores y custodiado por los árboles, era una oportunidad para presenciar al guitarrista JOSÉ FERNANDO CORTÉS. Ciudad Rock resultaba un oasis sonoro ya que no programaba metal y el ambiente era muy diferente al de los otros dos congestionados puntos. Alejados de los desmesurados decibeles de los vecinos, sin excluyentes zonas vip, se hallaba la gente acostada en el césped; total relax para dialogar y aguardar a que el músico iniciara su presentación en una tarima desprovista de luces. Willy Vergara, uno de los presentadores de Rock al Parque, arremetía en esos momentos por el micrófono contra los programadores de emisoras que suelen lucrarse deshonestamente a través del viejo trato de “pague por sonar” conocido popularmente como “payola”. Enfadado, Vergara incluso exigía cárcel para “todos esos bandidos que no nos permiten disfrutar en la radio de artistas del talento de José Fernando Cortés”. Me hubiera gustado saber que pensaría de dicha denuncia el también presentador del festival Andrés López, afamado locutor quien presta sus servicios profesionales a “la única emisora rock en Colombia”, mercantil estación de FM donde la palabra “payola” se escucha con la misma frecuencia que los temas de My Chemical Romance.

Pasaban los minutos en Ciudad Rock, la música no iniciaba y el sermón de Willy continuaba. Lamentablemente ante sus problemas técnicos tuve que desistir de ver en acción al ex guitarrista de VÉRTIGO y retornar a la costa de hierro a presenciar cómo la marea ya estaba alta. El escenario Plaza mostraba un lleno a reventar al agonizar la tarde, garantía de que el ambiente estaría muy caliente en breve. NEUROSIS –la banda de la capital de la república y no la de Oakland, California– es un viejo zorro del evento y sabe bien lo que son las de cal y las de arena. Capitaneados por el perseverante Jorge Mackenzie brindaron una actuación redonda donde hubo tiempo para tocar material antiguo y reciente, un tema instrumental y una fidedigna versión de “Wherever I May Roam” original de Metallica.




Retorno al escenario Lago para echarle un vistazo a otros veteranos de mil batallas. TENEBRARUM es una formidable agrupación proveniente de Medellín, la cual a lo largo de los años se han caracterizado por sus pulidas producciones discográficas. Pese al agrado que me producen, paradójicamente nunca había tenido chance de verles en vivo. Utilizan el violín, no como un llamativo accesorio sino cohesionándolo a su gótica propuesta para deleite de los espectadores. Los antioqueños se la jugaron por una puesta en escena teatral de lujo. Mientras tocaban, un enorme demonio acompañado de mujeres maquilladas y vestidas a rojo y blanco capturaron las miradas. Además convidaron a Elvis, cantante de ESTADOS ALTERADOS para una canción, infortunadamente el encargado del audio jamás le encendió el micrófono al invitado. Por último y como si de una fecha especial de homenaje a Metallica se tratara, se sumaron a KILCROPS y NEUROSIS para una versión de “Fade To Black”.

A medio camino entre la curiosidad y el deseo, la presentación de los alemanes HAGGARD tenía a todo el mundo en vilo. Bastante tardaron en cuadrarles los instrumentos y el sonido, no era para menos: había más de una decena de músicos. La presión humana sobre las vallas que custodiaban a los pavos reales de la zona vip era feroz. Con alarma vi como algunas personas perdían el aire y otros pasaron por encima de varias cabezas vahídos para ser atendidos por personal de la Cruz Roja. En ese traumático tiempo muerto, el público se ensañó con la presentadora Simona Sánchez por algún comentario fuera de lugar. Yo no entiendo por qué, a diferencia de los conciertos privados, haya que tener en Rock al Parque alguien encargado de anunciar tras cada actuación que se le perdió la billetera a zutanito, o de recalcar cuál es la salida o de recordar insistentemente quién organiza el festival, como si no supiera ya todo el mundo que es la Alcaldía. Para no agobiar, sería sano dejar de decir tonterías por el micrófono y de repetir tanta información inconexa. Mejor que nos relajen con buen rock and roll y punto.




Ya el cielo andaba negro y la luna curioseando cuando HAGGARD apareció en escena poniendo al público eufórico. Con sus instrumentos dignos de conservatorio susurrando y las sopranos agitándose, el vocalista Asis Nasseri parecía tenerlo todo bajo control. Equilibrando la balanza entre metal y música sinfónica medieval, pesó más esta que aquel y me fui aburriendo. En días previos un buen amigo me prestó el álbum “Eppur Si Muove”, una rica producción a cargo de músicos que merecen mis respetos. Sin embargo, son sonidos que debes “estudiar” y si eres, como en mi caso, un principiante en ese tipo de melodías, te puedes cansar. Las canciones de HAGGARD no entran a la primera y además según lo constaté nunca explotan. Van de una intro interesante elevándose con evocadores cantos operáticos, les precede un viaje renacentista instrumental bastante diestro y luego irrumpen guitarras estrepitosas junto a los gruñidos de ultratumba de Nasseri. Acto seguido todo vuelve a empezar, a veces cambiando el orden pero la intención siempre es la misma. Muchos lo disfrutaron, en especial cuando tocaron “Awaking The Centuries” y eso me alegra, a mí en cambio me produjo bostezos y deseos de buscarme un buen café.

Por el camino de una tarima a otra no hay tiendas que ofrezcan café expreso ni bebidas que “dan alas”, sin embargó, un revitalizante más efectivo me esperaba en el escenario Lago. Resulta difícil encontrar elogios para el crossover de INGRAND y gratificante atestiguar el gran momento por el que atraviesa. Victoriosa tanto en los toques en discretos locales como en las grandes plazas, una vez más la banda salió a destrozar desde el primer acorde y como recompensa el pogo fue implacable e ininterrumpido. Sus temas ardientes transpiran groove y thrash. Como epílogo obsequiaron una potente cortesía a Slayer, Sepultura y Pantera de tan solo cinco minutos. A paso ligero retorné al escenario Plaza donde los carniceros del infierno, LEISHMANIASIS, diseccionaban, amputaban, sacrificaban y embalsamaban con sus corrosivos temas. Tras años de silencio hundidos bajo la tierra del camposanto su retorno fue aplaudido, o mejor, pogueado por la monumental masa. Canciones con purulentos títulos dignos de galeno forense fueron expuestos junto a espeluznantes imágenes que envidiaría el editor del periódico El Espacio. Un “rotten” trío brutal.




La cúspide de la noche más furiosa del festival estaba reservada para las leyendas del “club death metal” de la Florida, MORBID ANGEL. Con la formación más célebre reunida y ad portas de lanzar un nuevo disco, los norteamericanos llegaban por segunda ocasión a estas tierras con la intención de hacer sangrar nuestros oídos. Pese a los tropiezos del audio en un inicio, todos los ojos comenzaron a relampaguear con el demoledor trato que da Pete Sandoval a su sufrida batería. David Vincent en el centro rasgó un hermoso bajo rojo mientras escupió veneno por el micrófono. Trey Azagthoth por la derecha disparó acordes y punteos desgarradores. Con su melena a la antigua usanza y llevando un tapabocas, solo nos podíamos concentrar en sus raudos dedos. La nueva adquisición del conjunto consiste en un autentico vikingo (Destructhor) que compacta a la perfección esa muralla de sonido salvaje que es MORBID ANGEL. Tocaron varios clásicos y un tema inédito, a la postre creo, todos deseamos un poco más.




Con el grasiento aroma que producen los chorizos fritos, las prontas hamburguesas y los insulsos perros calientes que circundan en ese punto de la noche el Parque Simón Bolívar, fuimos saliendo de la ensordecedora cita anual. Grupos de metaleros se saludaban y caminaban pausado por entre montones de basura. Encontrar lugar en un bus urbano resultó infructuoso. Finalmente y tras mucho deambular me embutí en un taxi con otros para, como no, buscar unas merecidas cervezas y debatir la jornada.

DOMINGO 28

El cartel no era el más apetitoso que yo recuerde. Nombres desconocidos, horas interminables para el reggae y artistas internacionales no muy bien ponderados por su música que repetían en el festival. Dándole tiempo al tiempo y alistando todo el equipo que este periodista necesita para trabajar: una chaqueta para el frío y un celular, me encamine al parque metropolitano. Cuando llegué los mexicanos PLASTILINA MOSH ponían a bailar a buena parte de ese nuevo público deseoso de mover las caderas. Atiborrados de beats electrónicos y guitarreos simplones tocaron varias de las canciones por las que son recordados, no sin antes despellejar clásicos absolutos del rock como “Another One Bites The Dust” de Queen y “TNT” de AC/DC. Cuanto más los veía en la tarima saltando como si fueran instructores de aeróbicos, más me convencí que aquel día iniciaba para mí con el pie izquierdo.



Visité nuevamente el escenario Ciudad Rock y me tope con la permanecía del ambiente distensionado de ayer, posiblemente bajo el influjo de la notoria hierba clandestina. Entre cantos a Babilonia y la grandeza de Jah observe la inmensa popularidad del reggae en la ciudad. No tengo ninguna resistencia al ritmo caribeño ni pretendo llamar al radicalismo. Llanamente considero que al no consistir en una ramificación del rock, esta espiritual música merece otros espacios. Pregunto ¿será que al “Rastazo” algún día invitaran a tocar a Neurosis o Pornomotora? No es cosa de exclusión, se trata de validar el género que da nombre al festival con ya 15 años. Partí al escenario Lago con sed de electricidad. TRIBUTO LEYENDAS se denominó al combo de precursores del rock nacional en los años sesenta y setenta que abordaron la tarima para evocar antiguas joyas perdidas en el tiempo. Sería extenso nombrarlos a todos y no quiero dejar a ninguno por fuera. Este valioso aporte ojalá no termine en un singular ejercicio a la nostalgia. Las bases no se hallan en “Vestido de Cristal” o “Florecita Rockera”, es fundamental que muchos comprendan las raíces y el legado de este cuento en Colombia.

Regresé a la Plaza donde había otro homenaje a conjuntos que protagonizaron las primeras ediciones del festival. Bautizado como TRIBUTO A ROCK AL PARQUE, fue el espacio en que una experimentada banda base cobijó a insignes vocalistas nacionales. Recordamos a DISTRITO con su cantante desprendiendo un emotivo bambuco; JUANITA DIENTES VERDES una de las agrupaciones más interesantes y subvaloradas de los años 90; VÉRTIGO, con su socarrón blues; POLICARPA Y SUS VICIOSAS, colérico punk callejero; MORFONIA, arquetipo del rock bogotano, y EX-3, con una popular balada de mis días de colegio. LOS DE ADENTRO fueron un absoluto descache en la selección: presentaron un “One Hit Wonder” del pop nacional en desuso, mientras el entrañable ULTRÁGENO sacudió la tarde de los asistentes que colmaban el escenario. Esta antología fue un acierto de la organización pero a su vez una voz de alerta sobre la evolución del rock patrio. Tantas fulgurantes propuestas que otrora convocaran masivamente a la audiencia del evento ya no existen, en gran medida por la falta de apoyo de la precaria industria discográfica y mediática.



La espera por el acto siguiente fue más placida con unas donuts y una coca-cola (no es publicidad es dependencia) mientras la noche se nos venía encima y el frío calaba los huesos. INA ICH fue una decepción, el conjunto, afincado en Francia, con menuda vocalista vietnamita al frente, tuvo serios problemas técnicos que retrasaron su presentación. La falta de dominio de la lengua española o incluso inglesa anclaron a la cantante frente a su teclado en desesperante mutismo mientras los minutos corrían y los chiflidos aparecían. Una vez superados los obstáculos el espectáculo arrancó con muchos bríos, sin embargo fue patente que las cautivantes canciones ubicadas en su MySpace, se decoloran en directo. El desengaño no fue solo personal; el público buscó asiento y comenzaron a oírse coros solicitando a SUPERLITIO. Considero que la mayor falencia de INA ICH es no proyectar sus grabaciones en un correcto show. Mucho ruido y pocas nueces para los galos.



Caminando por el backstage pude apreciar por un rato el esqueleto del gigante evento: técnicos y asistentes corrían de un lado para otro apretando linternas en la boca y portando cintas adhesivas y cables en ambas manos. Músicos, managers, personal de seguridad y lagartos entraban y salían constantemente por las diferentes puertas. En una de las carpas de trasmisión de Canal Capital, Eduardo Arias vestido para irse de safari al África entrevistaba a una de las bandas participantes. Una señorita hacía escándalo al personal de logística que le impedía el paso a los camerinos y un despistado personaje me preguntó a que horas tocaba Fito. En la sala de prensa una señora estirada advertía a mis colegas que no deseaba preguntas extensas o imprudentes. Los músicos iban apareciendo, unos entusiasmados y otros con evidente cansancio, para responder todo tipo de interrogantes formulados por periodistas de provincia, del extranjero y de los “medios influyentes”. Otros “infiltrados” no indagaban, tan solo esperaban el fin de la conferencia para saltar como fieras sobre los artistas a fin de obtener una instantánea y así alardear más tarde en su Facebook. Me aburrí del circo y di por cerrada mi labor.



LUNES 29

El día final fue el único donde estuve desde la primera nota, asunto que me alegraba ya que no deseaba estar para la última. MADAME COMPLOT se asomó al desierto escenario Lago. Practican un rock fresco con una fuerte carga pop, cualquier confusión con MAROON 5 es pura coincidencia. El poco público no fue impedimento para la gran entrega en tarima iniciando así la jornada en el acalorado mediodía. Hora de cruzar a la Plaza con los barranquilleros 69 NOMBRES. Pese a moverse por derroteros aparentemente similares a los de la banda previamente reseñada, ahondan en la balada amiga de la radio sin encontrar norte. Destacables un par de temas rockanroleros más la presencia en los coros de su guitarrista, escayolado tras accidentarse un día antes. En otros tiempos hubiese corrido a ver al SIE7E, no obstante después de encontrarlos con frecuencia en bares, universidades y de bombardear todo el día la radio, perdí el interés y le dí prioridad a mi ávido estomago.



ELY GUERRA se vistió de tonos lúgubres vaticinando lo que sería su desafortunada actuación. Canciones predecibles con exceso de caramelo que muy rápidamente empalagaron a los miles de espectadores generando una prolongada silbatina. GUERRA no estaba parada allí por meritos, su inclusión se sumaba a la de otros “paquetes” que amargan el festival año tras año. Mientras ciertas vacas sagradas del managment, los sellos discográficos y la radio institucional “sugieran” artistas de su conveniencia estamos jodidos. Si se trataba de poner a toda costa en el cartel a una figurante en los listados del “Top Latino”, su compatriota GLORIA TREVI hubiese “rockeado” más al interpretar “Pelo Suelto” que ELY GUERRA con “Quiéreme Mucho”. La manita se subió a la tarima con un discurso de tolerancia y no agresión a las mujeres, sin embargo ante el rechazo general aquel “se chingan 15 minutos más” demostró su desespero. Muy lamentable.



Vuelta al escenario Lago que ya era un hervidero humano pasadas las tres de la tarde. Imposible divisar la frontera de la extraordinaria aglomeración: sin temor a equivocarme el lunes fue mayor la concurrencia. NADIE estimuló el frenesí colectivo desde los primeros acordes. Para estos guerreros del punk melódico no había un minuto que perder, interpretaron celebradas canciones de sus diferentes entregas discográficas y pusieron a comer al público de su mano. Algunos subnormales iniciaron el pugilato en la parte posterior pero esto no fue contratiempo para degustar del rock sucio carente de hipocresía. Acto seguido los peligrosos I. R. A. perpetraron su ataque de punk básico, pendenciero y frentero. La horda de adeptos al pogo hizo de las suyas desapareciendo la grama y engendrando una tormenta de tierra espectacular que me dejó como si hubiera cubierto una valida de camper cross. La dupleta paisa le dio color al día de cierre y convocó a las olvidadas crestas. Una bendición en tiempos cuando ser “punk” es sinónimo de ser “cool” y el establecimiento ahoga la rebeldía con tarjetas de crédito, donde las estéticas insurrectas se pasean por los pasillos de centros comerciales mientras esperan madurar y trascender al interior de una oficina.



Era la cuarta vez que se me presentaba la oportunidad de apreciar a MOLOTOV en vivo. Las dos primeras correspondían a sus días de gloria, aquellos cuando MTV saturaba con sus videos y sus radiados temas los tarareaba hasta el más desprevenido. Desistí de ir a ambos shows privados. Luego Rock al Parque los incluyó en uno de sus carteles, nuevamente pasé de largo. Los mexicanos en su punto más bajó de éxito comercial –¿alguien ha escuchado al menos una canción de su más reciente álbum “Eternamiente”?– retornaban para júbilo de miles que adoran sus composiciones pegadizas y sus letras irreverentes. Ya era hora de abandonar los prejuicios y echarles un ojo. Tocando sus instrumentos (una postal que no recuerdo en ninguno de sus videoclips) dieron un bullicioso show donde la energía estuvo a tope de inicio a fin. Interpretaron los alabados singles que les hicieran tan populares a finales de los noventa y consiguieron como ninguna otra banda predecesora mover literalmente el piso. Nunca les hallaré el gusto pero es admirable su magnetismo, gracia y autenticidad.

Una década dando lucha le ha bastado a PORNOMOTORA para consolidar una base de adeptos prestos a corear hasta la última silaba de sus elementales líricas. Ya de noche y aprovechando el calor de la audiencia del escenario Lago, los capitalinos supieron darle a está sorbos de su excitante coctel de rock ecléctico. Clásicos del repertorio a prueba de fallos emergieron bajo envolventes juegos de luces y video. Lo que antaño fuera una semilla del proyecto de “Escuelas de Rock y Rap” ha rendido jugosos frutos, PORNOMOTORA es obligado referente del género cuando se trata de estar a 2.600 metros de altura. Mi ya entonces deteriorado cuadernillo con la programación de Rock al Parque 2009 señalaba las presentaciones de INSTITUTO MEXICANO DEL SONIDO, DIVA GASH y FITO PÁEZ. Conociendo parte de sus propuestas y llegando a la conclusión de que no encajan dentro del evento en que me encontraba, sin más preámbulos partí del Parque Simón Bolívar.



Ya acostado en mi cama viendo la parte final del festival a través de los nobles servicios de Canal Capital, con un FITO PÁEZ consagrado en la tarima por más de 70 mil almas y repasando mentalmente los últimos artistas que cerraron Rock al Parque, no me cabe duda de que MANÁ y VILMA PALMA E VAMPIROS ya piden pista. ¿Perverso? quizás, sin embargo cuando lo primero que muestran las directivas del evento es la asistencia de 320.000 personas en tres días, se nota que el valor musical no se mide por meritos sino por popularidad. Este debate es eterno y no pienso profundizarlo aquí. Opino simplemente que el remate de la celebración a los 15 años de Rock al Parque debió pertenecer a los rockeros ya fuesen veteranos o novatos. Páez era la carnada de un grueso de público que por lo general no asiste a esta cita y si bien felicito a la Alcaldía por pensar en ellos, los que llenamos cada año el Simón Bolívar, La Media Torta, el Estadio Olaya Herrera, el Tunal y el Parque del Renacimiento desde 1995 no nos sentimos partícipes de la clausura.

Rock al Parque es como una de esas fiestas donde alguien entusiasmado te convida, al llegar encuentras a tus buenos amigos y la música es tu predilecta. Pasadas las horas esas amistades se pierden, la música cambia y el lugar se abarrota de extraños. Entonces sin despedirte de nadie emprendes la marcha hasta el día que sabes volverán amablemente a convidarte. Fueron tres días de altas y bajas, como es habitual, escuchando bandas buenas, regulares y malas. Según me informaron el festival se queda en junio así que en un año decidiremos si queremos ver rock o fútbol cuando ruede la bola en los estadios de Sudáfrica. Desde la organización se enfatizó todo el tiempo con mensajes del tipo: ¡A la vida, máximo respeto! ¡A las mujeres, máximo respeto! ¡A la ciudad, máximo respeto! Por mi parte tras hacer un concienzudo balance reclamo: ¡Al rock, máximo respeto!

Alejandro Bonilla Carvajal

Más fotos, entrevistas y notas en: http://www.rockombia.com/rock-al-parque-2009