Rock al Parque 2013, donde la música no fue protagonista

Hasta hace unos años aún se sentía con orgullo el título de Rock al Parque como el festival gratuito “más grande” de Latinoamérica, y no es que el cartel no merezca la distinción, o que tres días de bandas locales, nacionales e internacionales no den para eso. Lo que sucedió es que ya no se evidenció esa magnitud del evento, básicamente por la reluciente ausencia de público.

¿Qué pasó?, esa es la pregunta que se formulan músicos, periodistas, la misma audiencia y quién sabe quién más…¿será que solo las bandas legendarias como Cannibal Corpse y Symphony X atraen público?, aunque ambas bandas ya habían venido y de los tres días, el sábado fue el mejor afluencia.


Entonces ¿qué pasa con la insignia de apoyar a las bandas locales?, pero realmente es casi de adorno porque en los ‘toques’ siempre hay muchos colados o sencillamente le gente no compra los productos nacionales. Y ya es típico que las bandas que abren el evento cuenten con poco público, triste pero real. Threshold End, después de varios años por fin lograron su lugar en el escenario Plaza, y aunque congregaron un buen número de personas no fueron miles los que disfrutaron de su música, ya que la multitud de negro solo se haría más notoría al finalizar la tarde. Por otra parte, también hay que reconocer que estuvieron de invitadas las “mismas de siempre”; y ¿qué pasó con el público No metalero que era el que llenaba domingo y lunes?, porque tampoco estuvieron ahí, el lunes en la noche, en pleno cierre, al escenario BIO (Lago) casi le faltó la bola de heno.

Fueron tres días en los que se presentaron 65 agrupaciones, pero lamentablemente se estima que solo hubo presencia de 72 mil espectadores o 120.000 según Santiago Trujillo director de IDARTES, pero cual sea la cifra de lejos quedaron ediciones de otros años que congregaron a 300.000 almas. Se murmuraba que las bandas no eran conocidas o que eran la repetición de la repetidera. Como sea, el desconocimiento no siempre puede ser excusa, igualmente nadie está obligado a ir a Rock al Parque, sencillamente no motivó.


Ahora, la estrategia por parte de la organización pudo estar errada, si así se quiere ver. Es muy difícil tener a todos felices, pero tal vez antes de entrar a internacionalizar el festival, como la gira que se hizo en México, primero hay que fortalecerlo desde acá. No sabemos si es una cuestión de presupuesto, de repente se podría pensar que lo que se invirtió en esa gira, se pudo haber depositado en más bandas o en otras , o en mejor difusión porque se le dio mucha visibilidad a lo uno pero muy poca a Rock al Parque en sí.


La comunicación pudo haber jugado un papel negativo, algunos culpan al cartel copiado de una imagen en Internet, ya no se hizo el concurso para diseñar la imagen, la misma que algunos sintieron que no los representaba como público ni mucho menos al festival. Además, la estrategia de sumar seguidores en Twitter o ‘likes’ en Facebook para develar el cartel, deja un sinsabor o es que ¿no aprendimos que los seguidores en redes sociales no se reflejan en asistentes reales?, por ejemplo, solo por ‘likes’ Mockus era presidente de Colombia, pero ese ánimo virtual no fue real en las urnas.

Los únicos que estarán felices han de ser los vecinos del Simón Bolívar que viven aterrados del ‘ruido’ y los daños que algunos provocan.


Este año Rock al Parque perdió su grandeza por un sin fin de razones y pretextos, lo único que se puede esperar es que el próximo año, cuando se celebren dos décadas de este festival la cuestión se componga, de parte de la organización y del público, hay una lista de cosas para reflexionar si es que no queremos que sea el camino al olvido y desaparición del mismo.


Por Sandra Defelipe Díaz
Fotos por: Adrián Prada