Reseña de Foals en Bogotá 2015

Las puertas del Royal Center se abrieron media hora después de lo anunciado y el público impaciente lo hizo notar. La apertura permitió que el auditorio se fuera llenando paulatinamente mientras era amenizado por las mezclas del DJ de turno, que a las 10 de la noche dio paso a la presentación de Ela Minus y su TinyDance. Con un sonido minimalista, ecléctico y pop, la baterista de Balancer presentó su propuesta que, de la mano con su llamativo visual, dejó con una positiva aceptación en el público.

La espera se extendió cuando los australianos Movement subieron al escenario. Un R&B vanguardista, la voz grave y profunda de Lewis Wade y las percusiones digitales de Sean Walker hicieron que el acto atrapara a los espectadores, calmara los ánimos y dejara a más de uno pidiendo por más.

La tensión se podía sentir en el aire, en la respiración de cada uno de los presentes en el teatro. Por los amplificadores sonaban las pistas Indie de Death Cab for Cutie y Silversun Pickups que tenían como intención mantener en calma la espera, pero eran sofocadas por los gritos descoordinados que pedían desesperadamente el acto principal.

Se apagan las luces, el humo inunda el escenario y la pista secuenciada que marca el inicio de “Snake Oil” empieza a sonar. El público enloquece al ver a su baterista Jack Bevan subiendo al escenario, saludando con sus baquetas, entrando en forma y golpeando enérgicamente su kit de batería. Empieza la fiesta. A continuación entra el resto de la banda en propiedad, mientras los asistentes acompañan a su cantante Yannis Philipakkis con el vocal "Oh, yeah, Oh, yeah" que inicia la canción y de paso, su intenso show. "This is and old song (sic)" continua Philippakis con tranquilidad para que los armónicos naturales de Jimmy Smith y su Fender Jazzmaster suenen para "Olympic Airways", la primera canción que sonaría de su álbum debut "Antidotes" en la noche. Yannis saluda a su fanaticáda con"¡Bogotá, good evening! para deleite de cada uno de los presentes. "My Number" seguiría para poner a saltar a la concurrencia, que dejó el alma con coros como "You dont have my number, and we dont need each other now, you cant steal my thunder, you don’t have my lovers touch...".

La multitud ya estaba encendida y ansiosa por más combustible para mantener encendida la llama. Esta fue avivada en el momento que Yannis grita en un admirable español "¿Qué pasa, parceros?". Naturalmente el público enloquece con estas palabras, que fueron introducción para su sencillo "Mountains at my Gates" de su reciente álbum "What went down". Las líneas de bajo evolucionan en Walter Gervers y sostienen la canción. Son intrincadas y variables, siguen un patrón caótico y a la vez ordenado. Smith pasa a tocar sintetizadores y Yannis cambia de guitarra para bajar la intensidad del show con la cadenciosa y atmosférica "Give it all". "I called you up 3 times last night... Running through the streets, bloody, from a fist fight", canta Yannis mientras gesticula golpes a su rostro. Es una canción cruda y emocional, es inevitable sentirse abatido: en algún momento de nuestras vidas, todos nos hemos sentido así.

Uno de los momentos más intensos de la noche llega cuando la banda toca "Providence", de su álbum de 2013 "Holy Fire". Philippakis se convierte en un león, acechando a su audiencia: amenaza, ruge, abre los ojos y cumple la promesa que hace la canción en líneas como "I know I cannot be true, I'm an animal, just like you". En una acto salvaje y animal se lanza a los brazos de un público extasiado, que lucha por mantenerlo y no dejarlo ir, un público que lucha por absorber algo de su espíritu, de su esencia. Finalmente, Yannis regresa al escenario para tocar la progresiva "Spanish Sahara". Este track evoluciona y trasciende estados de ánimo. Casi se pueden sentir las olas del mar en calma para luego tornarse en una tormenta. La audiencia se deja llevar por el flujo del agua y de repente ellos mismos son parte de la corriente, cantando coros como "I'm the fury in your head, I'm the fury in your bed, I'm the ghost in the back of your head". Casi sin haber terminado la canción, hacen una amalgama con la bailable "Red Socks Pugie" y terminan con un "Jam" que deja ver la pulcritud de la banda a nivel técnico: cuerdas impecables, golpes de percusión firmes y uniformidad en teclados.

"This is for you Bogotá, you guys are fucking awesome": Su cantante sigue alimentando el fuego. Smith se sienta a tocar un organo Rhodes, con una lata de cerveza sobre este y empieza a sonar “Late Night”. La guitarra Travis Bean en el líder de la banda suena impecable con las escalas y progresiones que requiere la canción. "Hola Bogotá, ¿are you ready? You don't sound ready, ¿are you fucking ready?”. De esta manera la banda inicia una versión extendida de "Inhaler", que definitivamente no es para cantar, sino para gritar con desesperación y éxtasis las líneas como "¡And I can’t get enough... Space!". Improvisan, Gervers se mueve a través del escenario, Smith cara a cara con Philippakis, en acordes matemáticos que se complementan el uno con el otro, Edwin Congreave mantiene la atmósfera en el teclado y Jack Bevan se encarga de la métrica y el orden. Al terminar, la banda se retira en medio de la protesta de los asistentes, aún hambrientos por más.

Regresa Bevan cinco minutos más tarde. El hábil baterista toma el protagonismo del escenario con un breve solo, dando paso al ingreso de la banda que interpreta una rápida "Hummer". Los asistentes se dejan llevar por el frenetismo de la canción, danzando erráticamente pero con un orden casi imperceptible. Después de un "¿Are you guys having a good time?", el teclado de "What Went Down" suena y el público entiende perfectamente lo que esto significa. Esta es sin duda la canción más cruda, salvaje y animal en el repertorio de Foals y los espectadores, hipnotizados por la presencia amenazante de Yannis Philipakkis, tienen un mensaje para él: "When I see a man, I see a lion". Su líder responde a la misiva y por segunda ocasión se deja llevar por la energía de la concurrencia, lanzándose a un pozo humano que de nuevo se niega a apartarse de él. Es una fuente de energía cósmica sin procesar, pura, cruda y natural. Es instinto animal, una contrarespuesta a los miles de años que tomó la evolución humana.

"This is our last song, I think you know it, is called Two Steps, Twice (sic)". Estas palabras proceden a la última canción de su setlist. Dos guitarras en perfecta armonía, complementarias y limpias se mueven como dos serpientes que evolucionan en las manos de Philipakkis y Smith. Foals es experta en crear expectativa: después del verso "Disco this is for you", la banda extiende la duración normal del tema y Jack se da el lujo de levantarse de su silla en la batería, sabiendo que las palmas de los aficionados mantendrán el tempo a perfección, dando paso a que Philipakkis camine por el borde de la barrera que separa a la audiencia de la tarima, permitiendo que los afortunados espectadores ubicados en primera fila le sintieran por una última vez, profiriendo el hipnótico "Babada babada, babada baba". El zénit de la canción estalla con el eufórico "Woo, that's one step, one step, two step, that's two steps, two steps, speed bikes". Ese momento reafirma la unidad de la concurrencia, que salta en perfecta sincronía. Aún en el final del espectáculo, la emoción está intacta, la fiesta intensa, la energía infinita.

Foals se retira del escenario. En esta ocasión el auditorio satisfecho no protesta sino que acepta la terminación del show. Se prenden las luces y es evidente la estupefacción generalizada. Es un momento de difícil entendimiento por lo que acaba de ocurrir en el recinto. No queda más que abandonar el lugar y hacer un intento por organizar los pensamientos. Sólo nos quedar dar las gracias a la organización por la oportunidad de brindarnos una noche llena de energía y buena música.

Reseña por David Salgado
Fotografías por Viviana Saavedra