Reseña de Slayer en Bogotá 2017

LLOVIÓ SANGRE EN EL CONCIERTO DE SLAYER

Algunos años fueron necesarios para que por fin se diera. Desde el 2011 Slayer no pisaba tierra colombiana y este año el sueño se hizo realidad, eso sí, con algunos cambios en la banda que son notorios.

La Carpa se llenaba de a pocos. Los aficionados de todas las edades iban ocupando los espacios vacíos de cada localidad y en el frente, la tarima que esperaba por Slayer en la que se distinguía un telón negro que cubría la batería de Bostaph. La impaciencia se sentía y el público ya quería ver en escena a la banda telonera.

A las 7:30 p.m. saltó al escenario Perpetual Warfare, y la banda capitalina hizo lo propio: subir el ánimo para que Slayer subiera a la tarima. Durante su presentación, los bogotanos interpretaron algunas de sus canciones más reconocidas como “Otro Cadáver Más”, “Borrego de Dios”, “Muerto en Pogo”, “Thrash is Speed” y otras más. Al terminar, agradecieron a los asistentes y se podía sentir la emoción de la banda al ser la agrupación telonera. “Vamos a invocar a Satanás esta noche”, dijo Camilo Muñoz, vocalista de Perpetual.

Pasaron algunos minutos y un telón negro con la portada del álbum Repentless subía para adornar el fondo del escenario. A las 9:00 p.m. Slayer aparecía en tarima luego de un intro que duró algunos segundos. En medio del humo ya se podían distinguir las siluetas de Kerry, Tom, Gary y Paul. “Repentless” fue la primera canción de la banda y la Carpa se llenó de algarabía. “Live fast, on high, repentless… let it ride!”, coreaba el público.

En seguida la banda empató con “The Antichrist”, y acto seguido, con “Disciple”. En el ambiente se podía percibir un solo sentimiento: Slayer por fin está de vuelta. A estas alturas ya se habían formado algunos pogos en algunas zonas del recinto –algo calmados –.

Slayer continuó su setlist con “Postmortem”, aunque sufrieron un percance terminando la canción, al parecer con las guitarras. Luego de algunos minutos la falla técnica fue corregida y Slayer continuaba retumbando en la Carpa de Corferias con “Hate Worldwide” y “War Ensamble”, para que el público continuara agitando sus cabezas y desgarrando sus gargantas para corear este par de canciones. “Slayer…Slayer…Slayer”, coreaba el público en un instante de silencio que sirvió para que la banda cambiara de instrumentos y comenzara a tocar el intro de “When the Stilness Comes”.

El setlist continuaba con “You Against you”, “Mandatory Suicide” y “Fight Till Death”. Al finalizar esta última, Tom Araya respiraba profundo y bromeaba con el público: “No hay aire… you’re so high”. Los aficionados respondieron con una risa al unísono. Luego de que la banda tomara un poco de aire, Tom dio su particular discurso corto previo a “Dead Skin Mask”, y acto seguido, las voces volvieron a estallar para cantar junto a Slayer.

“Slayer…Slayer…Slayer”, continuaba escuchándose dentro de la Carpa. El público estaba dividido en personas más jóvenes que otras, algunos más tímidos, otros más emocionados. Algunos cantaban mirando perplejos a la tarima, otros no dejaban de agitar sus melenas y otros pogueaban. Cada quién vivía el concierto a su manera.

“Captor of Sin”, “Pride in Prejudice”, “Vices”, “Seasons in the Abyss” y “Hell Awaits” fueron las cinco canciones que continuaron con el setlis, antes de que la banda dejara por unos segundos el escenario. De nuevo: “Slayer…Slayer…Slayer”. Aún faltaban algunos momentos cumbre de la noche, y el público ya dilucidaba lo que vendría.

Slayer volvió a la tarima, y el ambiente se adornaba con las notas de “South of Heaven”. El pogo comenzaba abrirse y más aficionados entraban en él, otros cantaban con sus cabezas hacia arriba imaginando el sur del cielo. Acto seguido, la locura, la nostalgia y la emoción se tomaron el lugar; Slayer interpretaba “Raining Blood”, y gigantescos círculos de empujones, puños y patadas, se formaron en varias zonas de la Carpa. Slayer empezaba a despedirse del público, pero habría momento para más emociones.

“Black Magic” fue la siguiente, y al terminar, la banda empezó a tocar su habitual cierre: “Angel of Death”, la inolvidable canción escrita por el fallecido Jeff Hanneman, a quien muchos aficionados no han dejado de extrañar. Era momento de alocarse por última vez en la noche, de cantar y de agitar las cabezas al rimo de uno de los más grandes clásicos de Slayer.

“Gracias por haber compartido este momento con nosotros”, fueron las últimas palabras de Tom Araya antes de abandonar el escenario. Slayer se despidió del público bogotano dejando un recuerdo memorable –tal vez no más que aquella primera vez en 2006 que muchos no tuvimos la oportunidad de vivir –. Sin duda el concierto pudo haberse sentido diferente con la alineación original de la banda, pero Gary Holt y Paul Bostaph han demostrado su talento para ser parte de Slayer, y el presente de la banda, a pesar de los años, sigue siendo la responsabilidad de llevar en sus hombros la etiqueta de la banda más importante de Thrash Metal del mundo. Gracias Slayer.

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Fotos por Camila Valenzuela