El 23 de enero de 2006 el mundo indie recibía tras meses previos de expectativa uno de los trabajos que definieron esa década en general y al indie rock en particular. Reino Unido se estremecía con el lanzamiento de Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not.
Originales de Sheffield, Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook y Andy Nicholson (posteriormente reemplazado por Nick O’Malley) construyeron una serie de historias representadas en trece canciones donde quedaba reflejada la rutina desenfrenada de los adolescentes del norte de Inglaterra, pero tambien mucho del ocio, las dudas y las certezas que representaban a muchos adolescentes en ese entonces. Mucho de eso se ve representado en la portada, que definió por si sola el espíritu indie de la década y en la cual aparece un amigo de la banda, Chris McClure, por entonces de 19 años.
Para conmemorar este aniversario, hemos decidido analizar una por una las trece canciones que conforman uno de los trabajos más importantes en la historia del rock británico y mundial.
1. The View From The Afternoon
Es difícil pensar en una forma más potente para arrancar una discografía como la de Arctic Monkeys. Un acercamiento del indie rock a la línea más clásica del rock que se ve reafirmado en la actualidad descubriendo que han impactado de frente en toda una generación. El baterista Matt Helders se mete a la leyenda de los bateristas con un intro épico, Alex Turner canta como si rapeara encima esas dinámicas de guitarra tan pegadizas e impredecibles del guitarrista Jamie Cook, a lo que se suma la cereza del pastel: el descarado bajo de Andy Nicholson, su bajista en esa primera formación y protagonista indiscutido de un álbum que no sería lo mismo sin esas líneas que incitaban a saltar siguiendo su ritmo.
2. I Bet You Look Good On The Dancefloor
De vez en cuando aparecen canciones que son el shock de una generación. Este, el primer sencillo publicado por Arctic Monkeys en su historia, es uno de ellos. Impulsado por una fuerza incontrolable que le debe por igual a Oasis, Led Zeppelin y Sex Pistols, se coronó en el #1 de las listas de Reino Unido y sirvió no solo para prolongar un ciclo dorado del indie rock en el nuevo milenio, sino para influir a toda una generación en el mundo que se animó a seguirlos.
3. Fake Tales Of San Francisco
Una de las cosas más atractivas de la banda de Sheffield en sus inicios era su habilidad para variar con tanta naturalidad entre melodías simpáticas y momentos repletos de fuerza guitarrera tan refrescante. En esta pista se aprecia con bastante facilidad, pues tenemos estrofas surcadas por un punteo de guitarra simpático y luego en la segunda mitad se transforman hasta volverse pura y física adrenalina saliendo de los altavoces.
4. Dancing Shoes
Pocas veces una canción de guitarras tuvo como esta ese don casi divino de hacernos bailar pase lo que pase, sin modo a resistirnos. La base rítmica sostenida en el bajo de Nicholson y la batería de Helders son pura telepatía, manejando la situación a su antojo con esos sube y baja típicos de cualquier canción discotequera pero puestos al servicio de ese indie rock que entre las guitarras de Cook y la enérgica voz de Turner son capaces de mover hasta las piedras.
5. You Probably Couldn’t See For The Lights But You Were Staring Straight At Me…
Como si quisieran representar el pulso acelerado que representa estar de frente a “esa” persona especial, la batería de Helders tiene todo el espíritu cantinero que puede tener una banda que hasta entonces poco conocía de grandes escenarios. ¿Y las guitarras? Como siempre, incrementando la velocidad de la sangre en el cuerpo con sus ritmos fuera de serie. En un descuido es una canción que hasta puede pasar por punk del más chatarrero.
6. Still Take You Home
Probablemente sea la canción que hace justicia al papel de Jamie Cook en Arctic Monkeys. El guitarrista es el responsable de escribir la letra (una de las pocas que no escribió Turner en la trayectoria de la banda) y de hacer que su instrumento tenga un dominio abrumador con un riff ingenioso y a la vez rompedor, lo cual es mucho decir para un disco tan basado en las guitarras como ese.
7. Riot Van
Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not no es un disco en el que se incluyan baladas en el sentido más estricto de la palabra, pero entre tanta adrenalina desbordada es necesario tener algo de calma. “Riot Van” es uno de los pocos momentos lentos del disco y se sostiene delicadamente entre rasgueos cuidadosos que le permiten a la voz de Turner brillar nuevamente, pero ahora por su tono meloso y acogedor.
8. Red Lights Indicate Doors Are Secured
Nuevamente se hace presente la fórmula de melodías peculiares alternadas por momentos más estridentes, aunque ahora de manera un poco más convencional y menos alocada. La clave ahora es el bajo de Nicholson, que parece saltar de la mezcla con ese toque tan peculiar e irresistible como en el término medio del punteo y el slap.
9. Mardy Bum
Continuando en esa línea más melódica, “Mardy Bum” es un clásico de los primeros años de Arctic Monkeys donde subiendo un poco la intensidad en las guitarras no se sacrifica prácticamente nada de la capacidad que tiene Turner para conmover con su voz, demostrando que no se les da mal hacer números de rock más tradicionales.
10. Perhaps Vampires Is a Bit Strong But…
En un debut que visto en perspectiva tiene puros éxitos, este es uno de sus momentos más subestimados. Vibrante, ingeniosa, con momentos de jamming perceptibles y fiel a ese cruce indie rock-rock clásico que exploraron en este LP. Especialmente en vivo queda claro que tiene un potencial descomunal, explotando el acople de los cuatro músicos a todo lo que daba entonces.
11. When The Sun Goes Down
Inspirada por las prostitutas que rondaban su sala de ensayo en la localidad de Neepspend en Sheffield y con un guiño a “Roxanne” de The Police, es una de las más recordadas de su carrera al ser de las que mejor refleja eso de “contar una historia”: introducción tranquila, desarrollo repleto de energía y un final casi de película.
12. From The Ritz To The Rubble
Lo que hizo llamativo el principio de su trayectoria fue que en medio de la ingenuidad natural de cuatro chicos que apenas hacían sus primeros pinos en la música, abordaban las canciones desde una óptica menos convencional que el promedio. El resultado permitió que surgieran temas como este, con cambios de ritmo constantes donde las estrofas a ratos parecen habladas, las guitarras siempre van entre lo melódico y lo crudo, el bajo de Andy Nicholson es libre de moverse con soltura en todo momento, mientras que Helders deja salir el lado más punk de su estilo como baterista.
13. A Certain Romance
La ultima pista de Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not sintetiza a la perfección todo lo que mostró Arctic Monkeys a lo largo del álbum: su capacidad para hablar de manera elegante y descarnada a la vez de su generación, su manejo por igual del ritmo, la melodía, la armonía de las maneras más impredecibles y apasionantes posibles, y sobre todo su facilidad para crear himnos que por si solos influirían una nueva generación de bandas en lo sucesivo.
Originales de Sheffield, Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook y Andy Nicholson (posteriormente reemplazado por Nick O’Malley) construyeron una serie de historias representadas en trece canciones donde quedaba reflejada la rutina desenfrenada de los adolescentes del norte de Inglaterra, pero tambien mucho del ocio, las dudas y las certezas que representaban a muchos adolescentes en ese entonces. Mucho de eso se ve representado en la portada, que definió por si sola el espíritu indie de la década y en la cual aparece un amigo de la banda, Chris McClure, por entonces de 19 años.
Para conmemorar este aniversario, hemos decidido analizar una por una las trece canciones que conforman uno de los trabajos más importantes en la historia del rock británico y mundial.
1. The View From The Afternoon
Es difícil pensar en una forma más potente para arrancar una discografía como la de Arctic Monkeys. Un acercamiento del indie rock a la línea más clásica del rock que se ve reafirmado en la actualidad descubriendo que han impactado de frente en toda una generación. El baterista Matt Helders se mete a la leyenda de los bateristas con un intro épico, Alex Turner canta como si rapeara encima esas dinámicas de guitarra tan pegadizas e impredecibles del guitarrista Jamie Cook, a lo que se suma la cereza del pastel: el descarado bajo de Andy Nicholson, su bajista en esa primera formación y protagonista indiscutido de un álbum que no sería lo mismo sin esas líneas que incitaban a saltar siguiendo su ritmo.
2. I Bet You Look Good On The Dancefloor
De vez en cuando aparecen canciones que son el shock de una generación. Este, el primer sencillo publicado por Arctic Monkeys en su historia, es uno de ellos. Impulsado por una fuerza incontrolable que le debe por igual a Oasis, Led Zeppelin y Sex Pistols, se coronó en el #1 de las listas de Reino Unido y sirvió no solo para prolongar un ciclo dorado del indie rock en el nuevo milenio, sino para influir a toda una generación en el mundo que se animó a seguirlos.
3. Fake Tales Of San Francisco
Una de las cosas más atractivas de la banda de Sheffield en sus inicios era su habilidad para variar con tanta naturalidad entre melodías simpáticas y momentos repletos de fuerza guitarrera tan refrescante. En esta pista se aprecia con bastante facilidad, pues tenemos estrofas surcadas por un punteo de guitarra simpático y luego en la segunda mitad se transforman hasta volverse pura y física adrenalina saliendo de los altavoces.
4. Dancing Shoes
Pocas veces una canción de guitarras tuvo como esta ese don casi divino de hacernos bailar pase lo que pase, sin modo a resistirnos. La base rítmica sostenida en el bajo de Nicholson y la batería de Helders son pura telepatía, manejando la situación a su antojo con esos sube y baja típicos de cualquier canción discotequera pero puestos al servicio de ese indie rock que entre las guitarras de Cook y la enérgica voz de Turner son capaces de mover hasta las piedras.
5. You Probably Couldn’t See For The Lights But You Were Staring Straight At Me…
Como si quisieran representar el pulso acelerado que representa estar de frente a “esa” persona especial, la batería de Helders tiene todo el espíritu cantinero que puede tener una banda que hasta entonces poco conocía de grandes escenarios. ¿Y las guitarras? Como siempre, incrementando la velocidad de la sangre en el cuerpo con sus ritmos fuera de serie. En un descuido es una canción que hasta puede pasar por punk del más chatarrero.
6. Still Take You Home
Probablemente sea la canción que hace justicia al papel de Jamie Cook en Arctic Monkeys. El guitarrista es el responsable de escribir la letra (una de las pocas que no escribió Turner en la trayectoria de la banda) y de hacer que su instrumento tenga un dominio abrumador con un riff ingenioso y a la vez rompedor, lo cual es mucho decir para un disco tan basado en las guitarras como ese.
7. Riot Van
Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not no es un disco en el que se incluyan baladas en el sentido más estricto de la palabra, pero entre tanta adrenalina desbordada es necesario tener algo de calma. “Riot Van” es uno de los pocos momentos lentos del disco y se sostiene delicadamente entre rasgueos cuidadosos que le permiten a la voz de Turner brillar nuevamente, pero ahora por su tono meloso y acogedor.
8. Red Lights Indicate Doors Are Secured
Nuevamente se hace presente la fórmula de melodías peculiares alternadas por momentos más estridentes, aunque ahora de manera un poco más convencional y menos alocada. La clave ahora es el bajo de Nicholson, que parece saltar de la mezcla con ese toque tan peculiar e irresistible como en el término medio del punteo y el slap.
9. Mardy Bum
Continuando en esa línea más melódica, “Mardy Bum” es un clásico de los primeros años de Arctic Monkeys donde subiendo un poco la intensidad en las guitarras no se sacrifica prácticamente nada de la capacidad que tiene Turner para conmover con su voz, demostrando que no se les da mal hacer números de rock más tradicionales.
10. Perhaps Vampires Is a Bit Strong But…
En un debut que visto en perspectiva tiene puros éxitos, este es uno de sus momentos más subestimados. Vibrante, ingeniosa, con momentos de jamming perceptibles y fiel a ese cruce indie rock-rock clásico que exploraron en este LP. Especialmente en vivo queda claro que tiene un potencial descomunal, explotando el acople de los cuatro músicos a todo lo que daba entonces.
11. When The Sun Goes Down
Inspirada por las prostitutas que rondaban su sala de ensayo en la localidad de Neepspend en Sheffield y con un guiño a “Roxanne” de The Police, es una de las más recordadas de su carrera al ser de las que mejor refleja eso de “contar una historia”: introducción tranquila, desarrollo repleto de energía y un final casi de película.
12. From The Ritz To The Rubble
Lo que hizo llamativo el principio de su trayectoria fue que en medio de la ingenuidad natural de cuatro chicos que apenas hacían sus primeros pinos en la música, abordaban las canciones desde una óptica menos convencional que el promedio. El resultado permitió que surgieran temas como este, con cambios de ritmo constantes donde las estrofas a ratos parecen habladas, las guitarras siempre van entre lo melódico y lo crudo, el bajo de Andy Nicholson es libre de moverse con soltura en todo momento, mientras que Helders deja salir el lado más punk de su estilo como baterista.
13. A Certain Romance
La ultima pista de Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not sintetiza a la perfección todo lo que mostró Arctic Monkeys a lo largo del álbum: su capacidad para hablar de manera elegante y descarnada a la vez de su generación, su manejo por igual del ritmo, la melodía, la armonía de las maneras más impredecibles y apasionantes posibles, y sobre todo su facilidad para crear himnos que por si solos influirían una nueva generación de bandas en lo sucesivo.