Nargaroth en Medellin - Crudo y Sin Contradicciones (Reseña)

Génesis

Ante lo inesperado, el evento comenzó a la hora que se tenía programada (9:30 p.m.). Dominion se encargó de dar apertura interpretando su black metal rondando los 25 minutos. Espacio en el que tocaron de lo viejo y de lo más reciente con Moloch en las vocales y el resto de la alineación que se le conoce desde 2002: Astaroth en la batería, Dodsferd en el bajo y Wardeath en la guitarra.

Luego subió Vitam et Mortem y mostró su sonido milimétrico y potente. Hicieron también un corto pero bien aprovechado trasegar por su discografía y mostraron que su death metal está elaborado con técnica y beligerancia, una mezcla aplastante que los tiene ganando un espacio y reconocimiento en la escena nacional.

Y en tercer lugar estuvo Manitú, el proyecto más personal de Mario Aponte, la persona que hizo posible este reencuentro de Medellín con una banda extranjera. Junto a Maleficiere te Deum en el bajo y Mantus en la guitarra, la banda se encargó de generar el ambiente necesario para la banda que seguía. Cerca de una hora interpretaron las canciones melancólicas de líricas suicidas y ritmos sin afanes que se notaron más ensayados y menos embriagados que en otras ocasiones.

CRUDO Y SIN CONTRADICCIONES

Texto y fotografías: Juan Camilo Arboleda

Si bien por un momento pareció una contradicción o una muestra de flaqueza, quedó claro que no era ni lo uno ni lo otro. Cuando Nargaroth escogió interpretar Freezing moon, la canción de una banda que a modo de rumor de pasillo se ha dicho que no era de sus afectos, quedó desmentida de manera tajante tal especulación.

También sorprendió gratamente a los asistentes a este concierto que se realizó en Medellín el 25 de abril en el Teatro Matacandelas, al que asistieron alrededor de 280 personas, cuando la banda tocó otro cover, pero esta vez de una banda que desde hace años se sabe que ha sido digna de su afición: Burzum, con la canción War.

Y no hay contradicción porque esa es la intención de “Ash” (apodo más reciente que tomó René Wagner) desde hace varios años cuando decididamente salió a decir que no pertenece a idea política alguna (entiéndase la acusación con el nacional socialismo). Y eso llevó a la extrañeza de los que presenciaron el concierto, porque conocían el historial que se mueve alrededor de este fundador y vocalista de Nargaroth, cuando su guitarrista Charoon comenzó a interpretar ese himno de Mayhem y luego el resto de la banda lo siguió hasta el final.

De allí que sea posible entender que la canción The day Burzum killed Mayhem (la gran ausente de la noche) no sea necesariamente una apología al hecho mismo sino un rescate de la historia que, indefectiblemente, dividió en dos el transcurso del metal a partir de 1993.

El concierto fue un constante culmen, una cima sin caída o un abismo sin regreso, como usted quiera. Todo se mantuvo al borde porque por fin esta ciudad (lo mismo que pudo hacer Cali y Bogotá) gozó y revivió lo que era tener una banda internacional en sus tierras. Luego de años de menosprecio y de ausentismo, Medellín sintió nuevamente lo que era un gran concierto con una banda foránea.

Génesis

Ante lo inesperado, el evento comenzó a la hora que se tenía programada (9:30 p.m.). Dominion se encargó de dar apertura interpretando su black metal rondando los 25 minutos. Espacio en el que tocaron de lo viejo y de lo más reciente con Moloch en las vocales y el resto de la alineación que se le conoce desde 2002: Astaroth en la batería, Dodsferd en el bajo y Wardeath en la guitarra.

Luego subió Vitam et Mortem y mostró su sonido milimétrico y potente. Hicieron también un corto pero bien aprovechado trasegar por su discografía y mostraron que su death metal está elaborado con técnica y beligerancia, una mezcla aplastante que los tiene ganando un espacio y reconocimiento en la escena nacional.

Y en tercer lugar estuvo Manitú, el proyecto más personal de Mario Aponte, la persona que hizo posible este reencuentro de Medellín con una banda extranjera. Junto a Maleficiere te Deum en el bajo y Mantus en la guitarra, la banda se encargó de generar el ambiente necesario para la banda que seguía. Cerca de una hora interpretaron las canciones melancólicas de líricas suicidas y ritmos sin afanes que se notaron más ensayados y menos embriagados que en otras ocasiones.

No hubo más entretiempos. Con la introducción del álbum Herbstleyd, Nargaroth dio un inicio espectral a su concierto, algo que hasta la fecha no había sido posible apreciarle por este lado del mundo. Y luego unieron de inmediato con la letra simple, repetitiva, y el sonido contundente e implacable de Black metal ist krieg. Y así por los cinco minutos que componen el tema.

El sumario

Más adelante, por allá en la transcurso de su hora y algo de interpretación en el escenario (muchos insisten en que no pasó de los 60 minutos), sonaron otra canción que le ha dado la vuelta al mundo, y no era un cover. Possessed by black fucking metal la estalló junto a los dos guitarristas (no toca con bajista) y el baterista que acompañan a “Ash” desde no hace tanto tiempo y cerca de 500 manos con sus respectivos 5.000 dedos semi empuñados se veían en el aire mientras que coreaban el entrecortado estribillo del coro: I´m possessed by black fucking me-tal me-tal / By black fucking metal...

El propio recorrido por sus discos lo hizo la banda germana. Por sus álbumes heridos, fúnebres y rabiosos transitaron de allá para acá, por un orden que ahora resulta menos trascendente y que no sería más que el anuncio de la generalidad de una noche para quienes no asistieron al concierto y un restregar en sus rostros lo que sus oídos no escucharon, de la misma forma que sus ojos no vieron las actitudes de un vocalista que despierta desacuerdos respecto a su forma de expresión en escenario en algunos momentos: los golpes en la cabeza, las miradas perdidas que se combinan con una serie de gestos de furia inamovible y esa oda genérica que también resulta predecible en un concierto de esta serie cuando la sangre se calienta. Pero eso es él y Nargaroth, el desarrollo de la obstinación y misantropía.

Abschiedsbrief des prometheus también estuvo en el listado de las canciones que fueron sentidas con vehemencia vocal y lírica en Medellín, mientras que al frente el líder y dueño de este proyecto de black metal seguía el ritmo de los riffs ligeros y agudos con la cabeza mientras no cantaba o dejaba sonar sus constantes gritos rasgados para acompañar un poco la marcha de los instrumentos que entonces iban in decrescendo.

Antes de llegar a la una de la mañana repicó Tränen eines mannes. Los ánimos todavía estaban altos pero ya el final estaba sentenciado. La canción transcurrió rápido como le compete y solo al final se fue diluyendo mientras que "Ash" extendió su brazo izquierdo al público, el derecha lo acomodó detrás de la espalda y le dio a los asistentes una reverencia no menos sentida que cualquier agradecimiento (que nunca pronunció). Parco se fue, luego uno de los guitarristas se detuvo, se descolgó la guitarra y marchó. El baterista fue el siguiente en detenerse y casi inmediato lo hizo la segunda guitarra. Descolgaron, agradecieron y se despidieron.

La mayoría se quedó esperando el regreso al escenario luego de un breve receso. Se coreó el nombre de la banda y algunos dijeron que saldría de nuevo, pero tal y como lo hizo Gorgoroth en Bogotá en el concierto de septiembre de 2007, no salió más.