Reseña DragonForce y Timo Tolkki en Colombia

DRAGONFORCE
TIMO TOLKKI
INTROSPECCION

Bogotá, Teatro Metropol
Viernes 13 de noviembre del 2009

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Interesante cartel en una fecha dada a las supersticiones. Nos prestábamos a ser testigos del agitado duelo con aura épica que sostendrían con punteos intrincados y expeditos el alma mater de uno de los nombres más fulgurantes de aquella eclosión denominada power metal de finales de los años noventa, Stratovarius, en cabeza de su ex guitarrista Timo Tolkki. Por otra parte estaría la controvertida agrupación que ajena a dicha estampida de grupos europeos pero con un estilo muy semejante, es capaz en el presente de blandir la bandera de la gloria en las listas de ventas, llenar recintos y mojar prensa a donde vayan, les hablo de los caballeros londinenses de DragonForce. Hagan sus apuestas señores.



A las ocho de las noche la multitud compuesta en gran número por adolescentes fue ingresando al recurrente auditorio del centro de la ciudad. Estos se caracterizaron no solo por su evidente entusiasmo sino por llevar camisetas del bombástico sexteto británico. Algunos de los más veteranos a cambio, no escondieron su devoción en el atuendo al portar una que otra camiseta del conjunto finlandés al que un día perteneciera el señor Tolkki. Debo ser honesto, mis dudas recaían en ambos artistas: ¿Realmente DragonForce eran capaces de ejecutar en directo tan impresionante velocidad y virtuosismo del que se jactan en el estudio? ¿Porqué eran tan odiados por buena parte del público metalero? En cuanto al legendario guitarrista ¿Qué material vendría a presentarnos después de tanto despotricar sobre su antigua banda y ensalzar sus aventuras en solitario? ¿En que forma tanto física como mental se encontraba después de oír acerca de sus excesos con la bebida y su beligerante comportamiento? Sustánciales inquietudes que pasaríamos a resolver en breve.

Primero que todo hay que aclarar que Timo Tolkki no vino a hacer una presentación de su material en calidad de solista o bajo su nuevo proyecto Revolution Renaissance como originalmente se llego a pensar. Su intención era llevar a cabo un seminario orientado a los músicos donde se abordaran temas tales como su vida, influencias musicales y obviamente la guitarra eléctrica. Algo que en un inicio desilusionó a algunos presentes que esperaban la explosión de luces y sonido desde el primer instante y debieron toparse con la parca imagen del obeso músico sosteniendo tan solo un micrófono en una mano y un libro en la otra. De esta manera, Tolkki comenzó a relatar que lo había llevado desde muy niño a enamorarse perdidamente de la música. Secundado por un computador y un traductor que pese a sus buenas intenciones falló por momentos en su labor, rememoró sus días de infancia. Para tal fin no vaciló en poner una canción de los soberanos del pop ABBA, transportándonos directamente a los coloridos años setenta.

Entre las molestias que le causó alguno que otro grito dentro del público llamándolo “patético” o un enardecido fan que exigió escuchar Stratovarius de inmediato (a lo que Tolkki no dudo en responderle que esa banda expiró), se mezcló el evidente agrado que le produce narrar la historia de su vida. Con paciencia el guitarrista fue captando la atención de cada uno de los asistentes que le escucharon en completo silencio, tal cual como a un profesor en el colegio, algo con lo cual el bromearía más tarde. Deep Purple y su desmesurada pasión por Ritchie Blackmore, así como el impacto que le generó en su adolescencia escuchar tocar a Eddie Van Halen fueron las principales causales para sumergirse en el estudio y exploración de la guitarra hasta por 14 horas diarias. Según el, con la meta de ser un músico capaz de equiparárseles en algún momento.

La cautivante conversación a cargo del versado de las seis cuerdas estuvo aderezada por obras fundamentales de la música clásica en el nombre de Ludwig Van Beethoven (uno de sus máximos ídolos) y la ejecución en vivo de su guitarra eléctrica. Cobijado por pistas de bajo y batería originadas en su computador, interpretó sus primeras composiciones, previas a crear Stratovarius. Lamentablemente la conferencia debió ser recortada por motivos de tiempo, lo cual no permitió que se desarrollara como lo deseaba Tolkki. Sin embargo, dejó importantes consejos tanto a los músicos como espectadores en general: aprovechar el tiempo al máximo y dedicarse con constancia a la práctica de lo que se desea hacer. No desfallecer pese a los obstáculos y no intentar imitar a nadie. Ser fiel al instinto que tiene cada artista y ser honesto siempre consigo mismo, un valor que el público sabrá valorar.



Cuando pensamos que la charla se daba por clausurada, vendría un agradable anuncio, el finlandés sería acompañado por músicos colombianos para ejecutar algunas canciones con toda la fuerza que imprimen la voz y los instrumentos reales. Los convidados eran ni más ni menos que los capitalinos Introspección, o bueno para ser preciso una parte de ellos: el vocalista Nelson Rodríguez, el tecladista Víctor Santafé, el baterista Juan Camilo Robayo y el bajista Fabián Mora. Sus guitarristas deberían descansar en esta ocasión para dar paso a que el europeo ilustrará sus virtudes a la audiencia. Con una química impresionante y teniendo presente que la banda y Tolkki nunca tuvieron la oportunidad de ensayar juntos, nos deleitaron con cuatro temas: “Speed Of Light” desde el álbum “Episode” de Stratovarius; a continuación “Last Night On Earth” directamente del proyecto Revolution Renaissance; retornaríamos al trabajo de 1996 de su otrora y célebre banda con “Father Time” y la sesión cerraría con la portentosa “Black Diamond” desde el aplaudido trabajo “Visions”.

Tolkki figuró impecable en su interpretación, no en vano y pese a los traspiés que ha dado en su carrera muchos le consideran una fuerte influencia al momento de tomar una guitarra. El acople con Introspeccion resultó natural, al punto que complacido, no dudó en recorrer la tarima y posar junto a cada uno de los invitados mientras despachaba sus tajantes acordes. Por su parte Introspeccion lucieron enormes, sin atisbo de temor ante el reto de compartir con el avezado músico. Cada una de las partes brilló en su aporte, dando solidez al repertorio y cerrando la conferencia del Tolkki con mucha electricidad y euforia entre todos los asistentes. El ex Stratovarius se despidió sonriente y sin mucho aire en los pulmones. Sin embargo nos recordó que pese a las dificultades la vida es maravillosa y dio “play” a su computador para retirarse con las placidas notas de “What a Wonderful World” del maestro Louis Armstrong.




El teatro no presentó una asistencia mayor a las 700 personas lo cual es bastante preocupante. Sin embargo la buena energía y la evidente ansiedad de los jóvenes llegados por ver al combo poseedor de riffs a la velocidad de la luz preveían muchas emociones. Poco a poco se fue preparando todo para la salida a escena del acto cumbre de la noche con el telón de fondo referente a su último disco “Ultra Beatdown”. Llamó la atención que junto a la base de los micrófonos frontales existiese un porta latas de cerveza. Vaya lujos de ciertos rock stars. Alrededor de las 11 de la noche y en medio de una impresionante algarabía se escuchó la canción de introducción, completa alegoría a los videojuegos de vieja data. Entonces, uno por uno los miembros de DragonForce desfilaron en tarima. Tan diferentes como sus lugares de origen eran sus llamativos atuendos. Tras saludar a la congregación metalera arrancaron con la violencia sonora inserta en la explosiva “Heroes Of Our Time”. Reitero el Metropol no se llenó pero pareciera que estuviéramos en un estadio abarrotado. Increíble la energía del público.




Algunos adictos al YouTube y otros envidiosos les han apodado “Studioforce”, argumentando que el sexteto es una farsa incapaz de llevar al escenario los lujos técnicos por los cuales se vanaglorian. Tras cerciorarme que esto no era el “Show de las Estrellas” concluyó que los críticos no han tenido al grupo en sus narices. Contemplar la potencia, melodía, soltura y titánicas virtudes de canciones como “Operation Ground and Pound” y la ganchera “Reasons To Live” no me permite comprender de donde nace tanto resquemor. Un segundo… pero es que estos tipos en ningún momento se subieron a la tarima con intenciones de mirar con desden a sus fanáticos mientras tocaban o gritarles que son los más malos de la galaxia; ya sabemos el discurso de algunos: “que se joda el gobierno, la iglesia y tu mamá”. No. Esto es un autentico circo donde el buen humor y la entrega a sus fieles son las prioridades. Ahora entendiendo que les incomoda a algunos “ortodoxos”.


El cantante ZP Theart descolló con su vozarrón en “Fury Of The Storm” mientras picaba el ojo a una que otra admiradora e hidrataba a las primeras filas lanzando gruesos chorros de agua. Los abusos técnicos estuvieron a cargo del emblemático guitarrista Herman Li y sus dedos en constante cámara rápida junto al enceguecedor baquetear del veterano Dave Mackintosh. El fluorescente Vadim Pruzhanov brincó como una pulga desde el fondo hasta el frente del escenario sacudiendo sus estrambóticos teclados tanto fijos como portátiles. Sam Totman se balanceó de un costado al otro haciendo toda clase muecas y poses cómicas con su guitarra mientras el bajista Frederic Leclercq solicitó varios tragos de ron a su asistente para estar a punto. Personalidad no les falta y competencias musicales menos. El power metal puede estar en declive, pero ellos sin duda van en la otra dirección.



No todo es aceleración en las huestes británicas, “Starfire” es una composición sosegada donde la calidad en la voz de Theart es aun más notoria y el trabajo rítmico resulta excepcional. Pero los chicos querían chispas y las guitarras volvieron a rugir con “Revolution Deadsquad”, otro huracán de punteos acompañado de los siniestros tonos guturales del bajista Leclercq. Momento de pasar al disco “Sonic Firestorm” con el tema “Soldiers Of The Wasteland”, oportunidad para enseñar más magia instrumental salpicada de jocosas acrobacias tanto por los aires como arrastrándose por el suelo. Continuando el show, apareció el segundo sencillo de su más reciente álbum “The Last Journey Home” y una coreadísima por parte de los excitados auditores “Valley Of The Damned”. Esta última dejó en la retina la bonita postal de los guitarristas, el bajista y el tecladista haciendo un cuadro y apoyándose para tocar el instrumento de su compañero. Magistral.

Vino la acostumbrada marcha de los músicos y la exigencia desde el balcón y la platea por más música. Reaparecieron con nuevos brios y ganas de seguir divirtiendo con sus piruetas. Cuando uno tiene el chance de ir a un concierto de DragonForce es muy difícil centrar la mirada en un solo punto. Por derecha e izquierda sus integrantes efectúan algo vistoso, buscando tanto asombro como carcajadas. Semejantes a una obra de teatro encarnan personajes bien definidos: el vocalista roba corazones (Theart), el guitar hero (Li), el borracho simpático (Totman), el diabólico (Leclercq), el estrafalario (Pruzhanov) y la maquina humana (Mackintosh).




El frontman de cabello rizado se encargó de dividir en dos a la audiencia para tantear a que bando le restaban más alientos y así lanzarse sobre “My Spirit Will Go On”. Por supuesto y a manera de cierre no podía faltar la archifamosa canción incluida en el juego Guitar Hero III “Through The Fire and The Flames”, que llevó a más de un espectador a tocar la “guitarra imaginaria”. Por demás, Theart subió a un niño a la tarima y desde allí empujaron juntos a la delirante masa a gritar pasada la medianoche, que el metal esta más vivo que nunca.

Muy complacidos a la vez que empapados por las decenas de botellas de agua que el cordial vocalista nos regó encima nos retiramos. Gran noche la amenizada por las dos caras de la moneda: a un lado, el excelso guitarrista que se toma muy en serio su profesión y al otro, un incendiario conjunto que pareciera no hacerlo tanto. Al primero se le puede tildar de egocéntrico más no de estudioso y perseverante. A los segundos de caricaturescos pero nunca de deshonestos en su extraordinaria propuesta. Los ataques que ambos sufren por parte de sus detractores parecen resbalarles en orden a dar lo mejor a quienes los aprecian. Bien decía el guitarrista de rasgos orientales Herman Li en una entrevista para alguna revista “Los artistas más grandes suelen ser los más odiados”, bajo esta perspectiva, todos van por buen camino.

Por: Alejandro Bonilla Carvajal

Fotos del concierto de Timo Tolkki y Dragonforce en Colombia en: http://www.rockombia.org/galeria/dragonforce-y-timo-tolkki-en-colombia-2009